"En defensa de la igualdad de todos los españoles", “España no se vende”, “no toleraremos ciudadanos de primera y de segunda” o “nos han colado una dictadura por la puerta de atrás” son solo algunas de las lindezas que hemos podido oír estos días en la calle y en boca también de dirigentes del PP y VOX para descalificar, deslegitimar, denigrar al gobierno en funciones y, por ende, nuestra democracia, que sólo es respetable cuando gana el PP. Este frenesí verbal es ya un clásico de la política nacional desde la transición hasta nuestros días. La hemeroteca está ahí para recordar cómo hemos transitado durante estos 45 años. No han sido unos años fáciles, pero para los desmemoriados hay que recordar que durante la dictadura no se podía decir lo que se pensaba a riesgo de perder la libertad. No se podía hacer uso legítimo del catalán, vasco o gallego sin incurrir en una persecución. No se podía disentir, ni opinar, ni leer los libros que uno quería. Incluso, la homosexualidad fue perseguida y reprimida por la dictadura franquista. El Derecho Penal fue la herramienta empleada para internarlos en prisiones comunes, campos de concentración o en colonias agrícolas. Nada de esto es una exageración, es una realidad olvidada de forma interesada por algunos, pero una realidad que dejó un reguero de víctimas por el camino, miles de represaliados siguen aún en las cunetas de la vergüenza. Quizás por ello resulta tan grotesco y a la vez tan irritante que dirigentes de la derecha hablen con tanta desvergüenza de la dictadura, uno de los periodos más perversos de la historia del siglo XX. España se ha roto ya muchas veces en boca del PP, tantas como elecciones celebradas no le han dado los votos para gobernar, pero su resistencia ha sido tantas veces puesta a prueba que al día de hoy, mal que les pese a algunos, sigue en pie aunque se apoyen en la crispación política y en los discursos de odio. Nada es improvisado, ni siquiera esa repentina preocupación por la desigualdad en España. Elevar el tono para no abordar las políticas de desmantelamiento del Estado del Bienestar es una viaja táctica como la emprendida por el presidente de la Junta de Andalucía, Juan M. Moreno Bonilla, que amenaza con presentar un recurso de inconstitucionalidad contra la futura ley de amnistía, mientras en nuestra comunidad tenemos hospitales que cierran plantas y quirófanos o suspenden citas en centros de salud por falta de personal, por no hablar de las listas de espera…, o mientras el PP suscribe hoy en Euskadi acuerdos con Bildu. Aclárense, porque como somos (des) iguales, algunos nos confundimos y otros no se enteran y salen a la calle a retratarse.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaLos adalides de la (des) igualdad
La hemeroteca está ahí para recordar cómo hemos transitado durante estos 45 años