El feminismo no nació ayer. Los libros de historia, de literatura e incluso del arte se encargaron de difuminar su existencia convirtiendo a la mujer en simple elementos decorativos y anecdóticos. Las mujeres no hacían historia, la padecían. El feminismo ha sido constantemente ridiculizado y minimizado. Incluso ahora, en pleno siglo XXI, ese desaire y menosprecio está presente no solo en el Parlamento, en empresas o en medios de comunicación, sino también en las aulas. Cada 8 de marzo se produce una eclosión feminista, aunque algunos/as son más de la sección femenina –nunca han llegado a romper con el franquismo- que del movimiento feminista; sin embargo, son sus políticas las que evidencian su falta de compromiso con la mujer. Esa es la razón por la que hay que seguir elevando la voz; todos los meses debieran ser marzo y todos los días debieran ser 8 de marzo. Y sí, dan ganas de gritar contra esa “manada” con poder, que sigue anclada en los principios más rancios del patriarcado envuelto ahora de un falso constitucionalismo que juega a vestirse de morado, pero no duda en embestir contra un movimiento, tan diverso como plural. Un movimiento que les pone frente al espejo de la contradicción. A ellos, que son expertos en la oratoria vacía y el montaje, nunca les ha preocupado el feminismo, es más, siempre se han mostrado contrarios a cualquier avance en este terreno. Como botón de muestra, los recortes en políticas en favor de la igualdad y en los programas para la prevención de la violencia machista que practicó el último gobierno de Mariano Rajoy. Son recortes ideológicos, e Isabel Díaz Ayuso es, en estos momentos, su máximo exponente. Su oposición al aborto libre, a las listas paritarias, a la subida del SMI … Los Núñez Feijóo de turno buscan ahora apropiarse de la bandera de la defensa de la mujer en medio de la polémica sobre la ley del “solo sí es sí”. No seamos necios, lo suyo no tiene nada que ver con el feminismo, es electoralismo, que no es lo mismo, porque si tienen que pactar con la ultraderecha negacionista de la igualdad y de los derechos de la mujer lo hacen de manera amistosa a cambio de unos cuantos sillones. Ese es el valor de su renuncia a profundizar en la igualdad, en la reducción de las brechas de género, en la eliminación de la violencia de género... No podemos quedarnos dormidas y pensar que no hay vuelta atrás. El nuevo fascismo campa a sus anchas y amenaza a todas las mujeres. No se trata de apoyarlas en su lucha, sino de creer que la lucha es de todos y hay que implicarse en ella. Como decía Simone de Beauvoir:”No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos. Debéis permanecer vigilantes durante toda vuestra vida”.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaNo es feminismo, es electoralismo
Isabel Díaz Ayuso es el máximo exponente de los recortes en políticas en favor de la igualdad
Foto: EXTRA JAÉN
Díaz Ayuso.