La euforia privatizadora del PP ha tomado carrerilla en Andalucía. En estos siete años de Gobierno de Moreno Bonilla hemos visto como la sanidad pública, la que llegó a ser la joya de la corona, se hunde con la misma premura que el Titanic lo hacía en aguas de Terranova tras colisionar con un iceberg. Desde entonces, la senda de la Junta ha sido la de desmantelar, debilitar y privatizar el sistema sanitario público andaluz. Los resultados comienzan a ser más que indiscutibles: uno de cada cuatro pacientes en lista de espera de España reside en Andalucía; más de un millón está en lista de espera, de los que más de 840.000 lo hacen para consultas externas. A ello tenemos que sumar los 734 millones de euros de los macro-conciertos de la Junta con la sanidad privada. Un negocio redondo para la codicia de las aseguradoras que ya tienen en su cartera cerca de dos millones de andaluces. Esta ola privatizadora marcha viento en popa. Así, vamos viendo como el espacio de los servicios públicos se va comprimiendo, desmoronando y plegando cada día delante de nuestros ojos. La educación es el siguiente pilar a abatir del Estado de Bienestar. Ya han comenzado a debilitar sus cimientos. Si deslizas un algodón por las paredes del modelo educativo de Moreno Bonilla florece la propuesta neoliberal de su partido, con concesiones al sector privado, ya fuera con subvenciones, cesiones o favoritismos. No es una estrategia diferente de la que ya está empleando el PP en Galicia o Madrid, una maniobra que pasa por debilitar la educación pública, justificar recortes a la vez que se desvían fondos para fortalecer la escuela privada, en su mayoría religiosa. Lo lleva en su ADN, por más que la derecha quiera maquillar las cifras su modelo educativo lejos de combatir la desigualdad, penaliza a las familias con menos recursos. El pasado martes los docentes andaluces salieron a la calle en defensa de la educación pública. Un dato, desde que aterrizó Moreno Bonilla en el gobierno andaluz, se han perdido más de 2.000 aulas públicas en toda la comunidad, a lo que se suman unas persistentes ratios y un incremento de partidas de dinero público para impulsar la privatización de la educación. Todo esto tiene lugar en una comunidad que se mantiene inalterable en los vagones de cola de la educación a nivel nacional desde hace veinte años, según el último informe PISA elaborado por la OCDE; una tendencia que en absoluto han alterado para bien las políticas educativas de Moreno Bonilla.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaRe-vuelta docente
Si deslizas un algodón por las paredes del modelo educativo de Moreno Bonilla florece la propuesta neoliberal