No creo que exista mejor titular que pueda ilustrar la acción política de este país de los últimos años. La tragedia de Valencia es otra más de las desdichas que hemos vivido y que por cuestiones ajenas a los ciudadanos suelen terminar enfangando todo el ecosistema político y mediático de este país, generando no solo un hastío sino también la sensación de que no hay escapatoria posible, de que todos los intentos de hacer política caen en balde cuando de lo que se trata es de embarrar para salir indemne de una catastrófica gestión. El desastre ocurrido en la comunidad valenciana es un ejemplo más de cómo construir una narrativa en la que el Gobierno de Pedro Sánchez y la ministra Teresa Ribera aparezcan como los principales responsables de la tragedia de la DANA. No importa si hay que ir en contra de los hechos, ni siquiera importa el dolor de las víctimas. Si la realidad no se acomoda a unos intereses personales y partidistas se reescribe de nuevo desviando el foco de atención y siempre bajo el paraguas de una “troupe mediática” capaz de dar pábulo a una “marea de bulos” que deslegitime al gobierno central. No es aventurado, a la luz de los hechos, responsabilizar al presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, del retraso en lanzar la alarma y de desatención a los gobernados y, por supuesto, de irresponsabilidad o dejación de funciones al estar en otros menesteres cuando más se necesitaba su intervención como máximo responsable del CECOPI. Ayer su compañero de partido y presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, consciente o no, dejaba en evidencia a su compañero de partido y al propio Feijóo actuando acorde a su responsabilidad como presidente de comunidad autónoma ante una emergencia igual a la vivida en Valencia. Por lo que queda claro que no es una cuestión de ideología, sino de negligencia.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaTiempo de miserables
Si la realidad no se acomoda a unos intereses personales y partidistas se reescribe de nuevo