Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Un 23-F primaveral

La estrategia de la derecha y extrema derecha siempre es la misma: abrir procesos sin pruebas y con denuncias falsas

¿Cómo tenía que estar el patio en Génova para que un juez tenga que salir en la recta final de una campaña electoral a salvar al “soldado” Feijóo? Este lunes el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, Miguel Ángel Rodríguez, anticipaba en X la imputación de la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, para que no quedara la menor duda de quién es el director de orquesta: “Urdangarín fue a la cárcel... Begoña tiene todas las papeletas. Ni Pumpido ni el fiscal general salvan este problema... Ni los lloros de Sánchez... Ni aunque Sánchez se dé masajes...”. El oráculo de Ayuso juega fuerte; sabe cómo y cuándo debe mover sus peones en su “guerra” en la que todo vale, incluso la utilización torticera de medios de comunicación y del poder judicial para triturar incluso en lo personal al adversario político. En este escenario hay que recordar las palabras del expresidente del Gobierno, José María Aznar, contra Pedro Sánchez, tras tildarle de “peligro para la democracia”: "El que pueda hacer, que haga". Y vaya si están "haciendo". Esta vez han colocado en la diana a la mujer de Pedro Sánchez, pero la pieza de caza mayor es él. La estrategia de la derecha y extrema derecha siempre es la misma: abrir procesos sin pruebas y con denuncias falsas, que suelen prosperar en los tribunales gracias a la connivencia de una judicatura ultra conservadora que, a su vez, se encarga de dilatarlos procedimientos en el tiempo confundiendo a la opinión pública con verdades a medias, para así, con la complicidad de medios afines, forzar su dimisión. Nada nuevo que no haya ocurrido antes y que no esté ocurriendo ahora, pero siempre con la misma intencionalidad desalojar a la izquierda de las instituciones. Es cierto que no se puede generalizar la existencia de un lawfare a toda la judicatura, pero corruptos los hay y algunos chicos de la “toga” ni siquiera esconden ya sus inclinaciones políticas. El asunto de la mujer de Pedro Sánchez es un caso de libro, eso sí muy bien sujeto en manos del PP: “controlaremos la sala segunda del Tribunal Supremo por la puerta de atrás” (Ignacio Cosidó, portavoz del PP en el Senado, a sus compañeros). Las embestidas de la derecha más radical nunca son en balde. El ejemplo de Podemos fue sangrante, con casos que aparecían en época electoral y se eternizaban meses o años y acababan en nada, pero con el objetivo cumplido, torpedear la carrera política de los afectados (Juan Carlos Monedero, Isa Serra, Ada Colau, Alberto Rodríguez…). Otros casos de lawfare dignos de estudio son el de Mónica Oltra, de Compromís, y el que vivió el concejal de IU del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos. Salió indemne de cuatro procesos judiciales, dos de ellos instruidos por la jueza Alaya. Contaba años más tardes Torrijos en una entrevista que el que fuera alcalde de Sevilla y ministro del PP, Juan Ignacio Zoido, le reconoció en privado que él interpuso la denuncia falsa, pero que sabía que era inocente y se justificó diciéndole: “Ya sabes cómo es esto de la política”. ¿Qué por qué el PP se niega a renovar el CGPJ (de mayoría conservadora)? Porque de esta manera pueden pervertir la voluntad popular. Lo que tenemos es un 23F primaveral de los herederos del golpismo del 36. Antes con armas y ahora, con togas y lo que sea menester.