Detrás de la columna

Juan Manuel Arévalo Badía

La senda constitucional

“Marchemos, y yo el primero, por la senda constitucional”, clamaba en 1820 el traidor y felón rey Fernando VII , de forma cínica y cobarde ante el miedo que...

“Marchemos, y yo el primero, por la senda constitucional”, clamaba en 1820 el traidor y felón rey Fernando VII , de forma cínica y cobarde ante el miedo que siempre llevó en su pellejo de mal patriota . Poco tardó, en 1823, en dar un autogolpe de estado para volver al absolutismo, y es que la cabra siempre tira al monte. A mi juicio, este Borbón fue el causante de que España se hundiera en la obscuridad política y social, alejándola de la Europa moderna y liberal en provecho de los grandes propietarios agrícolas, industriales, especuladores, etc., en definitiva de una clase privilegiada y explotadora, amparada igualmente desde los púlpitos eclesiásticos. Es decir: tradición frente a razón. La Ley de leyes (como el llamado Rey de reyes por la simbología cristiana) prevalece, no como acto de fe, sino como decisión emanada de la soberanía popular. Su exigencia en el cumplimiento antecede a cualquier otro cuerpo legal que rige las conductas de la ciudadanía. Es el llamado “Imperio de la Ley”. Piensa uno que quienes ejercen el sacerdocio de la ley, que curiosamente se revisten también de color negro y el blanco (este en las bocamangas) deben ser celosos guardadores de aquello que predican y administran. La Ley siempre está por encima de quien la imparte, sin embargo sus “administradores” suplantan el orden que la misma ley les ha impuesto. Ellos, tal como señalan voces autorizadas como el Presidente del Tribunal Constitucional se consideran así : “los juristas somos todos gente muy conservadoras”. En ello les va el mantenerse como clase privilegiada, sin que exista ósmosis alguna con el resto de la sociedad. Ese autismo frente al respeto constitucional, los viene conduciendo a una obstrucción obscena de los cauces por lo que debe fluir la democracia, generando una terrible erosión no solamente al valor que representa el concepto democrático, sino a la misma sociedad que pierde la referencia de la legitimidad que debe asistir al “demos”, cuyo origen griego es el cuerpo gobernante de ciudadanos libres. Demo-cracia: gobierno de los ciudadanos. En este mal enfermizo de bloqueo perpetuo, no debemos confundirnos con la pretendida “igualdad” en la responsabilidad,; el partido Popular los sabe, pero tiene el batallón mediático a su servicio para machaconamente intentar compartir su ruta de bloqueo con quienes exigen se cumpla con el marco jurídico. España tiene un largo historial de asaltos a sus Constituciones: con armas y sin ellas, y siempre, siempre , ha sido para preservar privilegios conservadores, porque tal y como razona el Presidente del Tribunal Constitucional al terminar la frase antes aludida..: “porque el Derecho es una ciencia conservadora”. A la gallega, concluyo con una pregunta: ¿Qué derechos?