Neruda en su poema XX de triste y desesperada canción escribía en uno de sus versos: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Nosotros, los de entonces, somos los de antes pero aprendemos a no ser como los que eran mayores, cuando entonces nosotros éramos jóvenes. Tanto el estatus como el rol del mayor en la actualidad difieren de un pasado no muy lejano en el que este colectivo era clasificado como “pasivos”. Ciertamente el marco tanto de salud como económico de los viejos, no era muy halagüeño, pero la sociedad también se encargaba de asignarles ese rol excluyente en el ámbito social. Para una persona de edad, su única trayectoria era caminar hacia el corto ciclo final de su existencia que ya resultaba improductiva. Para los que eran abuelos, aun les quedaba el viático papel de ser aclamado como tótem del clan familiar. Recuerden esa figura de madera, que con diversas formas, era adorada por la tribu: no tenía ningún otro papel. Decía al principio que no somos los mismos. Somos el segundo país más longevo y ello se debe al cambio en ese conjunto de condiciones socioeconómicas y de salud que hemos experimentado positivamente. Los “baby boomers” de los años 50 nos hemos hecho mayores y contemplamos el presente y el futuro desde otros valores y perspectivas. La generación veinte-veintiuno con un pie en cada siglo, habla, opina, reivindica, se mueve, intenta participar y tiene plena conciencia de que su papel, su rol, no es ni de lejos, la de ser pasivos. Creo que el haber sido en nuestros años de juventud actores de los cambios políticos y sociales más importantes nos ha generado una sinergia pegada ya permanentemente a nuestra piel. Fuimos el 68, el 78, el 88, por eso no asumimos los viejos esquemas contra los que luchamos. Ser mayor, nada tiene que ver con estar “jubilado”, porque este concepto está vinculado exclusivamente al mundo laboral. El colectivo de mayores en toda su extensión, sigue teniendo muchas cosas que aportar a la sociedad, independientemente del periodo vital que hayan dejado atrás. Tampoco somos “abuelos”, término generalista, usado para tratar al grupo de mayores. Nos identificamos por nosotros mismos y no por nuestras relaciones familiares. El lenguaje no debe ser excluyente. Al igual que avanzamos en el lenguaje de género, hay que progresar en el de la edad. El día 3 se han iniciado las clases del Programa Universitario de Mayores en la UJA. Hay un dato relevante a destacar. La demanda ha superado con creces a la oferta de los más de ocho cursos y actividades programadas. Nuestro ciclo es el de seguir aprendiendo, para no solamente ser mayores, sino ser mejores. Hemos adaptado un nuevo término, el “lifelong learning”: aprender durante toda la vida, pero con una diferencia esencial, el ajuste de conocimientos no nos los marca el “mercado”, los fijamos nosotros porque por fin hemos aprendido que “el tiempo es nuestro”.
Juan Manuel Arévalo Badía
Detrás de la columnaNosotros, los de entonces
Neruda en su poema XX de triste y desesperada canción escribía en uno de sus versos: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Nosotros, los de...