El bar de la esquina

Antonio Reyes

Cinismo obsceno

Y aquí seguimos, hablando de la posibilidad o no de que repita el Gobierno en funciones o vayamos de cabeza a unos nuevos comicios

«Así se han hecho siempre las cosas», «Pues como toda la vida». Dos expresiones que sueltan siempre los que piensan que nada debe cambiar, no vaya a ser que le explote la cabeza por pararse a pensar que el mundo, la vida, los países, los precios del aceite, todo menos el tranvía de Jaén, se mueven y cambian con los tiempos. Lo que era normal en los 80 ahora no sirve, ya que, por suerte, evolucionamos buscando una sociedad más justa y equilibrada, aunque caminemos hacia el objetivo como las muñecas de Famosa iban al portal y al final nos quedemos siempre como estamos.

El mapa de Europa ha dado varios giros durante el S.XX y nadie se ha echado las manos a la cabeza. El imperio austrohúngaro, el otomano, la Alemania de comienzos de siglo, la desintegración de la URSS, Checoslovaquia se convirtió en la República Checa y Eslovaquia o la aparición de Serbia y Croacia. Los mapas son entes con vida propia porque la mentalidad de la ciudadanía evoluciona, bien por el auge de una cultura propia que se toma como doctrina principal, bien por las viejas guerras que se libraban para recuperar lo perdido. El caso es que, en realidad, no es «como toda la vida han sido las cosas».

España no es un territorio ajeno a este tema, porque, a pesar de que hay alguna que dice que tenemos dos mil años de historia como país (virgen santa), el mapa que conocemos ahora no es el de siempre. Existieron la provincia del Vierzo (con v), La Mancha o Calatayud y Pamplona llegó a ser la capital de Cantabria. Cabe recordar también que Madrid pertenecía a Castilla la Nueva, Albacete a Murcia y Cantabria era de Castilla la Vieja. ¿De verdad «así ha sido toda la vida»? Básicamente, lo que demuestran estas coletillas es el desconocimiento de la Historia y de que los territorios no tienen por qué ser siempre los mismos si sus ciudadanos no quieren.



Da un poco de vergüenza ajena escuchar los alientos rancios de esas personas que creen que debemos ser una sociedad inmóvil y anclada a esos años en los que parece se quedaron atados. Fíjate tú que hay gente… ¡que no se harta de los grupos estos de versiones de música de los 80 y 90! Que sí, te lo juro, nene. Dejaos de «Voy a pasármelo bien» y de choninás de esas y hacedle caso a los grupos nuevos que se dejan la vida componiendo e intentando hacerse un hueco en el panorama. Quizá os sorprendáis con sus nuevas melodías, letras y ritmos que nos hacen creer que otra forma de hacer música siempre es posible. 

Bueno, que me voy por la Loma. Seguimos viendo a los catalanes y vascos como los enemigos de España y realmente no tenemos ni pajolera idea de por qué. ¿Porque así lo dicen los patriotas, esos que cuando llega el momento importante para la ciudadanía nos dejan de lado en las votaciones? ¿Esos son en los que crees? Porque cuando te oigo criticar ciertas cosas resulta que son estos políticos a los que votas los que suelen llevarlas a cabo, cipote. El miedo a que Catalunya o el País Vasco se independicen solo responde al gran porcentaje que aportan al PIB nacional, nada de romper España y vómitos varios. Y se tiene ese miedo porque desde que hay democracia nadie se ha interesado en el equilibrio territorial para que todas las regiones crezcan al mismo ritmo y así no temer a que una comunidad o provincia decida hacer las maletas. Es lo que ocurre cuando alimentamos al monstruo y luego queremos matarlo por nuestra ineficacia como país.

Y así seguimos, no queriendo hablar de los pequeños detalles a los que les hemos ido limpiando los mocos para hacerlos pasar por mentiras de domingo al salir de misa. Por suerte, tenemos unos salvavidas que siempre vuelve cuando los suyos encienden la batseñal en el cielo. Aznar y González reaparecen para hablar del independentismo y el primero llama a la rebelión ciudadana para detener lo que la derecha cree malo para su España, sobre todo si las cosas no son como toda la vida. El que amnistió en su momento a terroristas de Terra Lliure para pactar con CIU (proceso iniciado por González) y concedió la gestión del tráfico en Catalunya a la Generalitat entre otras muchas transferencias (pacto del Majestic), ahora nos dice que las cosas solo son buenas para todos cuando es la derecha quien las lleva a cabo y pacta con quien haga falta los mismos temas que ahora la izquierda pretende hacer. La diferencia es la misma de siempre, la falta de memoria del electorado de la derecha (o no, seguramente) y el análisis que la gente de izquierdas hace elección tras elección y castigando con el voto si es necesario, algo que jamás ha ocurrido al otro lado.

Y aquí seguimos, hablando de la posibilidad o no de que repita el Gobierno en funciones o vayamos de cabeza a unos nuevos comicios. Mientras tanto, nada se sabe del incremento patrimonial del señor Feijóo ni de su casoplón en Madrid, ni de los sobresueldos de la cúpula de este partido que nació para salvar a España de los que no la aman como deben. En realidad, esta es la única verdad: la derecha se cree con unos privilegios que solo ellos pueden disfrutar. Si a algún rojo comunista bolivariano radical se le ocurre comprarse algo más caro que una simple barra de pan, a por él, no vaya a ser que sus seguidores empiecen a soñar con tesoros que no debería poder alcanzar jamás.