El bar de la esquina

Antonio Reyes

Deporte vs humanidad

Estos días son muchos los clubes de fútbol, baloncesto y deportistas individuales que han mostrado su apoyo sin fisuras al pueblo ucraniano y se muestran...

Estos días son muchos los clubes de fútbol, baloncesto y deportistas individuales que han mostrado su apoyo sin fisuras al pueblo ucraniano y se muestran en contra de esta nueva y absurda guerra. Muchos de ellos, sobre todo del mundo del fútbol y del tenis, suelen ser participantes habituales de torneos o finales especiales en países como Abu Dabi o Dubai, cuna de los petrodólares y donde el respeto por los derechos humanos ni está ni se le espera.

Es curioso cómo la comunidad internacional y el mundo del deporte en cuestión, pasan por alto el desprecio por la democracia y la mujer, por ejemplo, en los países donde el dinero es su máximo dios, mientras nadie tiene el suficiente valor como para levantar la voz contra ellos.

Muy bonitos los mensajes de apoyo a Ucrania y a sus ciudadanos, que huyen de su tierra por miedo a las bombas. Se agradecen las muestras de cariño del mundo del deporte cuando claman por la paz y esas cosas. Pero yo me pregunto, sin despreciar del todo esos mensajes en redes de deportistas y millones de personas anónimas. ¿Nadie sabe cómo son esos países de los que hablo? ¿Qué pasa con esos deportistas que aceptan participar en torneos a base de dinero? ¿Para sus gentes no hay un solo mensaje de apoyo y lucha? ¿Nadie levanta la voz?

El mundo del deporte es así también, no nos engañemos. El dinero manda, como en todos lados. ¿Algún futbolista del PSG que quiera gritar contra un país árabe que compra voluntades con petróleo? ¿Tiene el entrenador del Barça algo que opinar sobre derechos humanos? ¿Qué opina Nadal sobre el torneo de Abu Dabi? La solidaridad con las personas oprimidas o atacadas por un loco debe mostrarse siempre, y si esto supone enfrentarse a este mundo terrorífico que hemos construido entre todos, adelante. Entonces sí creeré en el mundo del deporte profesional, que cuando se pone dinero sobre la mesa, se venda en los ojos y como si nada ocurriese.

Lloramos por los niños, mujeres y mayores que huyen de las guerras, pero con nuestra avaricia alimentamos a los monstruos que humillan a su población, limitando el acceso a una vida mejor. Aplaudimos los éxitos deportivos de quienes desvían la mirada hacia otro lado a cambio de dinero porque realmente no nos interesan esas vidas por las que ahora lloramos.

No sé si nos merecemos otro mundo, pero sí que este planeta necesita mejores personas y no somos nosotros.