El bar de la esquina

Antonio Reyes

Esto...es...¡CAPITALISMO!

España no es una entidad autónoma dentro del sistema capitalista mundial y no tiene las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Este país no pone...

España no es una entidad autónoma dentro del sistema capitalista mundial y no tiene las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Este país no pone el precio del combustible ni nunca lo ha hecho, de la misma forma que el precio de la luz no depende de los gobiernos de turno.

Vivimos en un sistema de mercado defendido por la mitad del espectro político. Intervenir beneficios en productos básicos es de comunistas volivarianos, pero a la hora de llorar nos faltan pañuelos y voz para pedir que se bajen los impuestos. Impuestos que pagan la sanidad, la educación o infraestructuras, no lo olvidemos.

El remedio no es que Hacienda se relaje, porque así sí que perdemos todos. La solución pasa por no seguir esquilmando con recortes lo que es de todos. Otra cosa sería revisar qué productos se merecen una bajada de impuestos, como la alimentación, la energía y todos los productos de primera necesidad. Los beneficios de las multinacionales no puden ser a costa del bien común, porque cuando vengan mal dadas, pediremos que los gobiernos nos ayuden. Pero si se bajan los impuestos que pedimos, ¿con qué dinero se pagarán esas ayudas?

No nos engañemos. O cambiamos el sistema o será el sistema quien acabe con nosotros. Abrazamos el capitalismo porque tiene buenos oradores que nos comen la oreja y nos convencen año tras año de que la única solución es siempre apretarnos el cinturón. Sin impuestos no hay políticas sociales. Lo que ocurre es que esos impuestos no deben competir con los beneficios vampíricos de grandes empresas a las que tú y yo les importamos un huevo. No hay humanidad en los grandes consejos de administración ni nunca la habrá.

El mundo, España y cualquier país, es un enjambre de adictos al dinero, un sistema que no llegó para ser una ONG ni para mejorar nuestras vidas. Se instauró para someter, que sean siempre los de abajo quienes pagan los errores de los de arriba recurriendo al dinero de todos para salvar a estos dioses que todos alabamos. Y es aquí cuando aparecen los lobos con gorras de paño y chalecos acolchados, listos para recoger nuestras penas y convertirlas en un programa electoral.

Antes de intentar cambiar el mundo actual más vale que empecemos por cambiar nosotros mismos. Les presento a los defensores de la libertad de mercado que están muy indignados por los efectos que causa esa libertad. Que me expliquen esta paradoja, s'il vous plait.