El bar de la esquina

Antonio Reyes

Parecemos tontos

Siempre se ha hablado de si los políticos nacionales tienen el nivel adecuado para ocuparse de gestionar nuestras vidas. Ellos y ellas han dado (y dan)...

Siempre se ha hablado de si los políticos nacionales tienen el nivel adecuado para ocuparse de gestionar nuestras vidas. Ellos y ellas han dado (y dan) muestras evidentes de que algo de calidad les falta, sobre todo cuando se demuestra casi a diario que no tienen ni idea de algunas leyes que ya están aprobadas desde hace tiempo, un desconocimiento que sorprende a todo el mundo, máxime cuando se presentan como candidatos a gobernar.

Ahora nos llega la polémica estéril de que los caseteros de la feria de Sevilla dicen que les va a resultar imposible contratar debido a que la nueva reforma laboral limita los contratos a ocho horas diarias. Y claro, a este carro se han subido los de siempre para lanzar sus perros contra, en este caso, la ministra de turno. Veamos. Este asunto no se toca en la nueva reforma laboral, ya que la jornada laboral existe en España desde 1919. ¡Sopresa! Seguro que miles de personas en España están indignados y habrán pensado: «es que la gente no quiere trabajar». No, seguro que no es eso. Lo que quieren es una vida digna y un trabajo en el que no se les explote (el de camareros, sobre todo).

Por otro lado, los últimos días se ha cacareado a los cuatro vientos que la filosofía desaparece del currículum escolar. De nuevo, no es así. Deja de ser optativa en la ESO y se refuerza en Bachillerato. Cuando un político habla de estas cosas sabiendo que miente, es porque su público está dispuesto a comprar esas mentiras. Y si esto ocurre, es porque quienes nos hablan saben que somos medio tontos.

¿De verdad nos merecemos este tipo de personas con vocación de gobernantes? ¿En serio existen por nuestra culpa? Qué menos que un mínimo de conocimiento serio de nuestras leyes para quienes pretenden convertirse en servidores públicos. Pero, claro. ¿Para qué, si nos ven como ignorantes que se creen todo lo que leen o escuchan por los medios?

Como ciudadanos preocupados por nuestro país, estamos obligados a rebuscar la verdad de lo que nos cuentan, comparar noticias y sacar nuestras conclusiones. Pero es la historia de siempre. La verdad no nos interesa porque para nosotros es más cómodo creernos una mentira dicha mil veces que una sola verdad. La verdad requiere un esfuerzo y por ahí sí que no estamos dispuestos a pasar, no vaya a ser que nos dé una hernia o nos explote la cabeza. Siempre nos gustó más el sonido del látigo que la dureza del escudo.