Vivimos en democracia, ¿no? Pero, ¿con todas las garantías o solo las justas y necesarias para ir tirando y dar el pego?
Acabamos de saber que el Estado ha estado espiando a sesenta personas vinculadas al independentismo catalán, abogados, políticos y familiares, con una herremienta informática israelí que no fue adquirida con la autorización judicial pertinente. Debemos recordar que la Constitución salvaguarda las comunicaciones privadas como un derecho fundamental.
El caso es que las cloacas del Estado, que tanto han dado que hablar, siguen rascando en la intimidad protegida de personas públicas y otras no tanto, con la única intención de ocultar la incapacidad, en este caso, de demostrar que el diálogo debería ser algo habitual en democracia. Legos en la materia unos y otros, recurren a lo peor del poder.
Me imagino un día cualquiera en Plaza Catalunya. Paseantes compartiendo bancos con individuos camuflados con sombrero, gabardina y leyendo un periódico con dos agujeros, mientras observan el ir y venir de políticos. Al otro lado del pinganillo, el Súper y Bacterio, dando indicaciones. No hay que olvidar que esto es España y aquí la democracia se defiende con las herramientas que sean necesarias. Y si hay que saltarse la Constitución, ese documento sagrado solo cuando conviene, pues se la saltan unos y otros y a otra cosa, que con la unión de la nación no se juega.
Si no fuese porque el asunto es terriblemente peligroso, este que escribe pensaría que gran parte de la población da por bueno ese espionaje, porque los independentistas “quieren romper España y por ahí sí que no pasamos”. Ah, al emérito dejadlo tranquilo, que detuvo el tren del 23-F (que no del de la Meca). Ni soy independentista ni patriota, ni todo lo contrario. Soy demócrata y creo en los derechos que ampara la Constitución. Pero siempre, en cada momento, no solo cuando a este o aquél le interesa, mucho menos cuando la opinión pública permite que se atropellen en pos de una opinión personal.
Suena el zapatófono de un Mortadelo garrafón que disimula junto a mí. Seguro que es una nueva misión secreta. Pegasus se pone en marcha otra vez. Estoy seguro de que, esta vez sí, la T.I.A. patria va con todo contra los grandes comisionistas, esos patriotas de bombín que luchan y se dejan la piel a diario por España, herederos del gran Chapeau el “Esmirriau”.
Antonio Reyes
El bar de la esquinaSuperagente 86
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