El bar de la esquina

Antonio Reyes

Hogar, triste hogar

Que la salud mental es un tema importante al que no se le presta la atención ni los medios necesarios es una realidad tan brutal como que Jaén es el culo...

 Hogar, triste hogar

Foto: EXTRA JAÉN

Un niño con un móvil.

Que la salud mental es un tema importante al que no se le presta la atención ni los medios necesarios es una realidad tan brutal como que Jaén es el culo de Andalucía y de España.

No es que ahora se haya puesto de moda porque sí. Lo que ocurre es que hasta hoy nadie se había fijado en las personas que sufren algunos trastornos que a los legos en la materia nos pueden parecer que no sabemos de dónde vienen.

Sí, claro que sabemos algunos de los motivos por los que nuestros jóvenes parecen necesitar ayuda profesional más que nunca. Claro que sabemos que por nuestra parte no hacemos nada ni para prevenir ni para buscar soluciones, que muchas veces pasan por charlar en casa sobre el tema en cuestión y poner límites que pasamos por alto.

Psicólogos que tratan a adolescentes en la actualidad coinciden todos en uno de los principales problemas: el teléfono móvil y la adicción de muchísimos jóvenes a ciertas redes sociales. Estos expertos cuentan que es abuso y no adicción, pero este que os habla os puede asegurar que sabe diferenciar muy bien entre esos dos términos. Un mal uso es algo puntual, pero si hablo de adicción es porque muchos adolescentes se levantan con el teléfono en la mano y se acuestan de la misma forma.

Negar que muchas familias no hacen nada sobre este asunto es negar la mayor, echarle la culpa a otros que seguramente también la tengan. Si os paráis a pensar cuáles son los síntomas o consecuencias de estas afecciones veréis de dónde provienen la mayoría de ellas. Niñas que sienten asco de su cuerpo porque se comparan con otras en redes sociales, charlas, peleas y malentendidos a través de chats, influencers o youtubers que venden un mundo de mentira o bulos y falacias sobre salud sin base científica.

Claro que las familias tienen su porción de culpa porque son ellas las que no vigilan o consienten el uso que sus hijos e hijas hacen del teléfono. Comprobad las horas al día que dedican al aparato en cuestión y os daréis cuenta de que nosotros también somos culpables.

Todas las aplicaciones instaladas están diseñadas para crear adicción porque ahí es donde está su éxito. Y tras esta grave patología hay muchos problemas psicológicos que hacen que hoy estemos hablando de salud mental. Bulimia, aislamiento, soledad, envidia por otros cuerpos, necesidad de que a todo el mundo le guste lo que publican... Las señales son evidentes si se sabe dónde mirar, pero obivar el problema hace un flaco favor a la salud mental de nuestros jóvenes, que solo buscan un reconocimiento social que les haga ser aceptados y famosillos dentro de sus grupos.

Los profesionales pueden ayudarnos cuando el mosntruo ya está dentro de nuestros jóvenes, pero la tarea preventiva corre a cargo nuestro.

Quizá va siendo hora de que se pongan en marcha charlas y talleres para educar primero a los padres y después a los jóvenes, porque a ver si vamos a estar buscando la solución lejos de nosotros y resulta que la vacuna para todos estos males está más cerca de lo que pensamos. Justamente, en ese lugar donde de manera equivocada creemos que nuestros hijos están más protegidos: nuestra propia casa.