El socialcomunismoterroristabolivariano es el demonio que nos destroza la vida, nos adoctrinar en la escuela, el que te roba todos tus ahorros para dárselos al Estado, quien quiere que la libertad desaparezca del mundo, el que te quitará tu piso de vacaciones en la playa y se comerá a tus hijos.
La palabrería del neoliberalismo triunfa de forma clara. Un vocabulario de principios del s. XX para desviar la atención de los verdaderos culpables de todo. El socialcomunismoterroristabolivariano del que hablan no te está negando subir el salario mínimo, no quiere que trabajes en precario, lucha para que los bancos no se rían de ti, no quiere que el medio ambiente muera a cambio de un falso bienestar, impide que la religión se adueñe de la escuela pública, lucha para que las mujeres no mueran solo por ser mujeres.
El éxito del liberalismo salvaje que nos controla consiste en hacernos pensar que la culpa es nuestra. Nos hacen creer que trabajar por un sueldo mísero es bueno, que por lo menos tenemos trabajo. Mejor un seguro de salud privado que proteger la sanidad pública. Tras los graves acontecimientos ocurridos desde el 2008 están los gurús económicos, sus políticas neoliberales. Wall Street, fondos buitre, multinacionales energéticas y alimentarias, el Brexit del partido conservador, el regalo de 65.000 millones de euros a la banca, el asesinato del Mar Menor, Trump y su muro. Resultado: mayores muertos en las residencias de Madrid, los taxistas en pie de guerra por las licencias VTC, la venta por parte del ayuntamiento madrileño de pisos sociales a fondos de inversión y poniendo en la calle a miles de familias, el control de la justicia para que ni un solo caso de su corrupción sea juzgado y los precios del gas y combustible. El culpable siempre es «el mercado». NO. El problema son ellos porque ellos son el mercado. Las personas quedan en segundo plano.
Estamos a un paso de vender el coche para comprar gasolina. Lo comentó hace poco un periodista jienense en un coloquio organizado por la Asociación Tribuna Cívica de Jaén. «Todos los problemas convergen en el mismo motivo: la falta de cultura de la población, debido, sobre todo, a los bajos íncides de lectura». Ya lo decía Mafalda: «lo peligroso de vivir sin leer es que te obliga a creer en lo que te digan». La estrategia neoliberal del palo y la zanahoria que solo funciona con burros.
Antonio Reyes
El bar de la esquinaLo que digan otros
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