Se está imponiendo una nueva forma de hacer política que no es buena para nadie. Ni para nosotros como ciudadanos preocupados por lo importante ni para un país que se cree avanzado y moderno. Desde hace un tiempo, exactamente desde que el partido verde entró en el Congreso y la derecha vio amenazado su espectro electoral, han ido creciendo el odio, las mentiras como arma electoral, el lanzamiento de bulos, predicciones apocalípticas sin base alguna y un lenguaje que, hasta hace no mucho tiempo, creíamos que solo era normal escucharlo en otros países menos avanzados que el nuestro.
Hay dos partidos que llevan tres años llamando ilegítimo al Gobierno que salió de las urnas en las últimas elecciones generales, lanzando con ello un mensaje muy peligroso: hacer creer a sus votantes, que ya hacen suyo este mensaje, que es cierto, que este Gobierno es ilegítimo o ilegal, cuanto menos. Son estas flemas las que hacen que ocurran cosas peligrosas y nunca vistas en democracia, como los asaltos a los parlamentos de USA y Brasil que, por otro lado, las derechas intentan comparar con otros movimientos aparecidos en España y que ni de lejos se han comportado como estas turbas de salvajes.
No hay propuestas, ni modelos económicos, ni nuevas ideas para mejorar la vida de los ciudadanos, ni soluciones a la falta de vivienda social, ni remedios para mimar la sanidad y la educación pública. ¿Para qué, si dentro de sus idearios políticos y de vida no se contemplan estas decisiones? Su única herramienta es mentir, inventarse futuros distópicos apocalípticos, falsear datos económicos que la propia UE desmiente, pasear por Europa intentando trabar las ayudas que el país necesita y poco más. A ellos solo les preocupa gobernar porque todo lo que no sea azul o verde es ilegítimo, ilegal, comunista, ETA, Venezuela, bolivariano, bolchevique o, directamente, antidemoccrático. Y ahí siguen, queriendo hacer ver que diez años después de la derrota de la banda terrorista todavía siguen vivos y que la izquierda es amiga suya. Vamos a ver qué decía tiempo atrás el nuevo portavoz (¿?) de campaña del PP, Borja Semper, que presume de gran amistad con Abascal: «Bildu no es ETA. Es una coalición formada por EA, Aralar y Alternatiba, donde el mayor peso político lo tiene la izquierda abertzale. Que todo sea ETA no es cierto. Pero quien controla Bildu es quien decía hasta anteayer «ETA, mátalos» o justificaba un atentado. Aun así, este diagnóstico objetivo no debe condicionar el futuro. El futuro de la sociedad vasca, guste o no en determinados sitios, se tiene que construir también con Bildu. Un político tiene que ser capaz de trascender de sus tripas para proyectar un futuro mejor de lo que ha sido el pasado». ¿En qué quedamos, amiguete? Es fácil. La apuesta de este partido ha sido siempre mantener viva a ETA.
¿Qué hemos hecho mal para tener a esta gente como suplentes ahora en el banquillo del partido? ¿No hay nadie con dos dedos de frente en sus filas que mire más allá de resultados electorales? ¿No les ha dejado claro ya la UE, que se podrá tachar de todo menos de roja, que las cuentas fallan en todos los países por culpa de la invasión de Ucrania y lo que arrastramos desde la pandemia? Pues parece que no, que a estos dos partidos les importa bien poco la evolución favorable actual de la economía. Ellos están a utilizar un lenguaje más propio de los años 30 que de aportar soluciones amables (recordemos que sus propuestas coincidían con las de la primera y breve ministra inglesa, la que terminó de hundir su país con esas mismas medidas). Ni lo hicieron cuando más se les necesitaba, al comienzo de 2020, ni lo van a hacer ahora.
Saben que la ciudadanía no echa la vista atrás para ver qué avances sociales se han conseguido. Lo único que parecemos entender es que este o aquella política nos caiga bien o mal, porque eso es lo más importante para nosotros: la imagen, no los resultados. Y la derecha de este país sabe usar eso muy bien. Da más réditos manchar la imagen pública de alguien y menospreciar lo que consigue. A esto, vamos a sumarle la manipulación torticera de gran parte de la prensa, que afianza sus mentiras manipulando y mintiendo directamente, demostrando que es cierto que nos interesa muy poco la verdad y que nuestro nivel de exigencia es nulo.
Ahora bien. Esta guerra fratricida por llegar al poder tiene una parte buena: poner todas las cartas sobre la mesa, desvelar cómo es cada persona que encabeza su partido. El gallego se ha desvelado como un ignorante en cuanto a conocimiento de leyes se refiere y alguien que se desmiente a sí mismo cada día, con el miedo de no molestar a IDA, no vaya ser que vuelva a sacar la guillotina. Y el otro, ese al que todas las americanas le queda pequeñas… Bueno, ese no ha tenido que hacer muchos esfuerzos para darnos cuenta de quién y cómo es.
Lo que me preocupa es la sensación que están dando estos dos partidos, porque en ocasiones parece que la democracia le viene grande. Pero bueno, ellos a lo de siempre, lanzar soflamas que muchos votantes han hecho suyas: «¡Repetid conmigo: todo lo que no seamos nosotros es ilegal, ETA, Venezuela, bolcheviques, comunismo...EL APOCALIPSIS!».
Antonio Reyes
El bar de la esquinaNo es democracia todo lo que reluce
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Foto: EXTRA JAÉN
Bulo.