El bar de la esquina

Antonio Reyes

Nuevo año, último día

Que el ecologismo y la ciencia no son ni de izquierdas ni de derechas es algo que todos deberíamos tener muy claro. Si no llueve lo suficiente o el aire...

 Nuevo año, último día

Foto: EXTRA JAÉN

Cambio climático.

Que el ecologismo y la ciencia no son ni de izquierdas ni de derechas es algo que todos deberíamos tener muy claro. Si no llueve lo suficiente o el aire que respiramos es de mala calidad, no quiere decir que el científico que lo denuncie sea de izquierdas, pero lo que sí se ha dejado claro es que quien lo niegue tiene un tufillo a ultra que se detecta desde lejos.
Ahora bien. Otra cosa son los políticos que denuncian que existen lobbies climáticos o algo así, o que la lucha contra el cambio climático tiene ideología política. Y no les voy a negar a estos iluminados que razón no les falta. Claro que el cambio climático tiene una ideología política muy marcada. Son esas políticas que niegan la mayor en beneficio de las grandes corporaciones internacionales a las que no les importa el futuro del planeta.

Su mejor argumento para contrarrestar los avisos de alarma de la ciencia: «Son ciclos climáticos como siempre los ha habido». Y hasta ahí saben llegar. Luchar contra el cambio climático conlleva reducir de forma drástica el tipo de vida que llevamos, dejar de usar carburantes fósiles, tirar de una vez por todas por la vía de las energías renovables y prestar más atención a los productos de cercanía para reducir cuanto antes la huella climática que el transporte provoca en el clima.

Pero todo esto no lo arreglaremos jamás, ya que dentro del ideario político de gran parte del espectro nacional e internacional, no existe el cuidado real de la gente, solo el amor al dinero de hoy y a la rentabilidad de mañana. Los números hace tiempo que sustituyeron a las personas y a la naturaleza. Ya inventaremos algo nuevo cuando mañana no tengamos ni agua ni aire limpio para vivir. Seguro que la ciencia descubre algo. Espera, ¿me estás diciendo que para esos casos sí hay que creer en la ciencia? ¿Hoy hablamos de lobbies climáticos y negamos sus avisos pero mañana sí confiaremos en ellos? Pues sí, eso es exactamente lo que ocurre. Es como rezar al Altísimo, que solo lo hacemos cuando nos vienen mal dadas, seamos creyentes o no.



Empezamos un nuevo año y lo terminaremos igual que todos los anteriores, siendo incapaces de hacer un pequeño esfuerzo para que nada de eso ocurra. Si no creemos a los investigadores cuando nos dicen que estamos en el límite para revertir la situación climática del planeta, ¿cómo vamos a ser conscientes de que el hecho de que haya cada vez más locales cerrados en las ciudades es culpa nuestra, si de eso no ha hablado ni un solo científico? Ya estamos con la homilía de siempre. Pues si cierran negocios, para eso tenemos El Corte Inglés, el Carrefour o el nuevo Jaén Plaza. Claro, claro, claro. Es que Jaén es una ciudad que se suma al progreso como las demás, a base de grandes centros comerciales contra los que un simple autónomo, que se ha dejado sus ahorros en el negocio, no puede luchar. Y bueno. Habrá que sumarle a esta ecuación los dueños de esos locales, que por lo que parece no se quieren bajar del burro y reducir el precio del alquiler.

Por una vez en nuestra vida, todos deberíamos aparcar la estupidez de ponernos como propósitos para el año nuevo apuntarnos a un gimnasio, dejar de fumar o hacer el viaje que siempre quisimos. ¿Qué tal si todo lo que tengamos que comprar lo buscamos en casa? ¿Qué os parece si le prestamos un poco de atención a nuestros vecinos y vecinas que cada día levantan la persiana con el miedo a que sea la última vez?

Eso sí que serían buenos propósitos, descubrir que nuestra forma de matar dos pájaros de un tiro es comprar aquí para ayudar a nuestros autónomos y de paso, reducir la huella climática cada vez que compramos por Amazon algo que, o no necesitamos o ya se vende en uno de los cientos de negocios de nuestra tierra.

Lo malo es que mientras escribo estas líneas, alguien habrá comprado por internet otra cosa más que no necesita y una persona ha decidido que hoy, sí, hoy, es el último día de su negocio en el barrio.