El bar de la esquina

Antonio Reyes

Un asesino en suelo sagrado

El honorable Queipo de Llano por fin descansa en paz… lejos del cobijo de la Virgen de la Macarena de Sevilla y del amparo de la iglesia. Ha costado que el sang

 Un asesino en suelo sagrado

Foto: EXTRA JAÉN

Queipo de Llano.

El honorable Queipo de Llano por fin descansa en paz… lejos del cobijo de la Virgen de la Macarena de Sevilla y del amparo de la iglesia. Ha costado que el sanguinario asesino franquista saliese, con nocturnidad y alevosía, del lugar donde jamás debió ser enterrado. Todo ha ocurrido gracias a la Ley de Memoria Democrática aprobada recientemente, auque más bien a las miles de personas que llevan años luchando para que esta Ley fuese una realidad.

Y claro, como siempre que se tocan estos temas del demonio comunistabolivarianovolchevique, las redes se han llenado al momento de comentarios criticando la medida. «No dejan en paz a los muertos», «hay cosas más importantes», «¿por qué no sacan los cuerpos de los asesinados del otro bando?» y demás estupideces.

Hay algo muy cierto en quien comenta así estas noticias: no son buenas personas. ¿Quién es su sano juicio acepta que un asesino psicópata esté enterrado en un lugar que representa a una religión que promulga la paz y el bien entre los hombres? Pues eso, gente que demuestra o su afinidad ideológica con el muerto o un sentimiento de que con gente como él estaríamos mejor.

Son tan sumamente ignorantes que ni siquiera saben que la nueva Ley abre los brazos para que busques a los muertos que quieras de forma voluntaria. Sí, a los del bando sublevado también, no solo a los rojos. ¿Acaso les da vergüenza poner en marcha estas iniciativas? De todas formas, no sirve de nada reprocharles lo que escriben en redes. Ellas mismas se describen muy bien repitiendo lo que algunos políticos, nietos y herederos del sepulturero mayor, como diría Sabina, dicen cuando alguien pretende abrir una tumba para que «esta España nuestra» cumpla una de sus obligaciones: restaurar la memoria de los asesinados que lucharon por la libertad y la democracia.

Eso sí. Los que creemos que se deben abrir cuantas tumbas sean necesarias tenemos que seguir con el esfuerzo de recordarles qué dos bandos hubo en la guerra (sí, hijo, otra vez). Uno luchaba por instaurar un régimen autoritario para mantener los privilegios de la iglesia, la burguesía y la banca. El otro, con sus horrores también durante el conflicto, para intentar que la democracia siguiera su curso y pudiésemos vivir en paz con nuestros defectos y nuestras virtudes, pero en libertad. Decir de forma ignorante o pretendida eso de que «hubo dos bandos» sigue demostrando la ignorancia (o no) de gran parte de la población. Sí, sí, esos que hoy se llenan la boca con la palabra libertad.

Resumiendo, que ya le estoy dedicando mucho tiempo a esta gente. La culpa de que España se enganchase al tren del progreso cuarenta años tarde la tienen quienes sembraron este país de cunetas y fosas comunes repletas de asesinados que perseguían la verdadera libertad, personas que hoy en día se partirían el lomo para que tú, por muy rancio y fachilla que seas, tuvieses todos los derechos que a ellos se les negaron tras la guerra y la erradicación de la República.

Así que la próxima vez que hables de libertad piensa en ello, no vaya a ser que descubras que últimamente te están engañando con eslóganes vacíos, al igual que las cabezas que los inventan. Y si no, pues nada. Sigue sufriendo viendo cómo la democracia tiene las armas adecuadas para luchar contra la barbarie y los locos. Aplaude si quieres el monumento que el alcalde Almeida ha levantado en Madrid en memoria de uno de los golpistas, algo que la nueva Ley debería revisar y demoler al instante. Y recuerda: lo que ahora dices en redes sociales en libertad en aquellos tiempos te hubiese llevado al muro de un cementerio. Solo si eras rojo, claro.