Hace un tiempo, cuando la marca PSOE, Ave Fénix, resurgía por enésima vez de sus cenizas, un respetado histórico, Leocadio Marín, me confesaba, con sosiego y sin aspavientos, las reticencias, los reparos, que solían generar entre la dirigencia veterana del partido los procesos internos de primarias. Las mieles del triunfo convocan inopinadamente al convite a infinidad de arribistas y oportunistas, pero cuando las cosas vienen mal dadas, sólo quedan los cabales tirando del carro, sobreponiéndose a la adversidad, inasequibles al desaliento. Y es cierto. Los ciclos de la política tienen esos dientes de sierra, esas fluctuaciones, esas subidas y bajadas en los índices de aceptación y popularidad, para los que el advenedizo nunca se halla enteramente preparado. Entonces, casi de la noche a la mañana, se suceden las deserciones, los mutis por el foro, los pasos atrás y a un lado, el camino se despeja y las elecciones primarias, o son un paripé o, simplemente, ya no son nada. Carecen de sentido, de utilidad práctica, de efecto propagandístico multiplicador, entre la masa conformada por simpatizantes y afines. Por eso, a estas alturas del telediario sanchista, vuelve a la primera línea de batalla parlamentaria Patxi López, como en su día en la héjira de ZP hiciera A. P. Rubalcaba. No ha lugar, pues, desde luego, hoy por hoy, a la celebración de unas primarias para determinar la identidad de los alcaldables que deberán aspirar a revalidar el éxito electoral, fuerza más votada, en Jaén (Julio Millán), Linares (Javier Perales), Andújar (Pedro Luis Rodríguez), Úbeda (Toni Olivares) y Martos (Emilio Torres). En el devenir de este trienio largo, empero, de los cabezas de cartel socialistas que concurrieron en mayo de 2019 en las cinco ciudades más pobladas de la provincia, sólo quedan dos al frente. En el sexto ayuntamiento de los grandes, la sexta joya de la corona jiennense, Alcalá La Real, donde no se pudo seguir gobernando pese a ganar los comicios por mayoría simple, y tras la salida más o menos pactada de Carlos Hinojosa y el fiasco de la operación ‘Challenger’ protagonizada por el pobre Juan Ángel Pérez, el PSOE sí convoca primarias, que es la mejor forma de legitimarse, de reivindicarse, de reprogramarse, de relanzar el proyecto allí donde pintan bastos, recuperando para la causa a dos veteranos de rancio abolengo, dos de los ‘ex’ más ‘ex’ que la organización pueda poner al servicio de la reconquista del poder, dos cabales cabalísticamente irreductibles: Elena Víboras, ex alcaldesa, aspirante a volver a serlo, y Felipe López, la mano que mece la cuna del socialismo alcalaíno desde hace tres décadas.
Envueltos en la polvareda mediática por las condenas a cárcel de los ERTEs, la petición de indulto a Pepe Griñán (¿Alguien estará en Jaén o La Carolina, asimismo, organizando una campaña viral de petición de firmas en pos del indulto de Paco Vallejo? ¿Ángeles Férriz o Juan Carlos Martínez, el Negro, por poner dos ejemplos? ¿Acaso, que no va a ser el caso, gente del entorno del pope Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, pareja actual de la ex pareja de Vallejo, ya sea desde la trastienda de Ferraz o San Vicente?). La fama y las influencias son efímeras. Los odios, eternos. La derecha jaenita más vengativa, loados sean sus muertos, aprovechando esta larga noche de cuchillos largos contra el cuadro de actores protagonistas de la Junta del PSOE-A de 2000 a 2009, pone con saña en el ojo del huracán a Gaspar Zarrías (condenado a 9 años de inhabilitación especial para empleo o cargo público por un delito continuado de prevaricación), una fijación, una obsesión, desde que el ex consejero de la Presidencia era Megatón, se hizo carne jaenera y habitó entre nosotros. El incombustible Miguel Segovia, uno de los cabales de las derechas autóctonas que fueron y serán, decidido promotor ahora de esRadio en Jaén, esposo de María Luisa del Moral, la flamante secretaria general de Humanización, Planificación, Atención Sociosanitaria y Consumo de la Junta, alienta la razzia contra Zarrías en Facebook. Los insultos y las descalificaciones suben de tono hasta el paroxismo al grito de ‘¡chorizo!’ y ‘¡a la cárcel!’. Lejos quedan aquellos encuentros dominicales ocasionales, amables y distendidos, en el palco del estadio de la Victoria entre fustigador y fustigado, todopoderosos ambos, celosos de su respectivo poder, cada cual con su almirez, cocineros de todos los guisos de interés estratégico, habidos y por haber, rodeados en todo momento de propios y aprendices de brujo, cuando el urbanismo de las recalificaciones y las opciones de compra en la capital del Santo Reino lo resumía todo y Gaspi, incluso para uno del PP, podía ser el camino más corto hacia salva sea la parte. En el modus operandi inquisitorial, el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, último asidero al que tienen derecho todavía Griñán, Zarrías y el resto de condenados de la trama de los ERTEs, no podría ya contener ni un solo minuto más tamaña inquina tan largamente retenida. La hora de la venganza, siempre desproporcionada y torcida, está servida.