No existe el derecho a matar como proclama Israel bajo el eufemismo "derecho a defenderse". No existirá nunca el derecho a matar a ninguna persona. Como si los sionistas estuvieran legitimados por su único dios, como si fuera un mandato de su religión, se pasan por alto el derecho de las personas a la vida y el derecho internacional de los pueblos a ejercer su libertad.
Los sionistas son fascistas, no hay más vuelta de hoja. Los sionistas son racistas militarizados.
Para colmo y desvergüenza, se manifiestan para impedir la llegada de ayuda humanitaria a Palestina, en la frontera con Egipto. Para colmo y desvergüenza quieren deslegitimar a la UNRWA, para que paralicen toda ayuda humanitaria al pueblo palestino.
Las imágenes del ejército israelí entrando en Cisjordania no son diferentes a las imágenes del ejército y la policía sudafricana durante el apartheid. Tampoco son imágenes diferentes a las del siglo pasado en Irlanda cuando el ejército inglés entraba en las calles irlandesas disparando a todo ser viviente. Son los mismos con otro nombre, aunque siguen siendo imperialistas, fascistas y racistas: es decir, lo peor del ser humano.
El ejército israelí asesina también a periodistas y trabajadores y trabajadoras de la ONU. Les da igual, porque su dios asesino les guía en su maldita cruzada anti árabe. Y un partido que se hace llamar demócrata en EEUU, apoya esta barbarie, como históricamente ha apoyado al imperialismo: al propio y al ajeno. Bien sabe la historia política de EEUU, lo que significa genocidio porque lo han aplicado en cada rincón de América latina y en algunos países asiáticos, tanto como en su propio país. Así, se creen los dueños de este mundo y apoyan todo lo que sea destrucción. Con sus amigos sionistas quieren apoderarse, en nombre del comercio internacional, de todo país subversivo a los propios intereses de los imperios, mientras el pueblo palestino es destruido sin ninguna piedad, honra u honor.