El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

El Sombrerero Loco

La Liebre de Marzo, podríamos considerarla como la Democracia que intenta escapar de la casposidad del señor Feijóo

El señor Feijóo vive en la misma hora desde siempre, y no vive a las seis de la tarde sino en su eterna fiesta de las cuatro de la mañana, cuando casi todas las personas duermen, él se dedica a recitar para sí mismo, alabanzas por matar al Tiempo.

Su tiempo está pasado de moda, pasado de rosca, caducado y lleno de manchas oscuras que lejos de ser moho negro, es moho verde tóxico de Vox.

La Liebre de Marzo, podríamos considerarla como la Democracia que intenta escapar de la casposidad del señor Feijóo y de su eterna fiesta del té-nedor, porque el partido que representa es tenedor de desgracias. Sin embargo intenta hacerse pasar por un tío simpático, como si pudiéramos considerar simpática a la Inquisición, en un alarde de maestría de manicomio, y de diccionario del paleolítico, siempre parece ser testigo de algún crimen y así lo expresan sus palabras cada vez que las repite como un despertador del "todo a cien", pero no hay más crimen que su falta de inteligencia de la que nunca será testigo porque continuamente celebra el No Cumpleaños de la Democracia.



En esta historia, Alicia está tan ausente como la imaginación del señor Feijóo y la credulidad de su partido: lleno de sombreros impregnados de venenoso mercurio.

¿Qué espejo atravesó el señor Feijóo? Hay quien dice que atravesó el espejo de los narcos gallegos. Hay quien cuenta historias sobre lo buen chico que fue en su pueblo pero al fin y al cabo, los propios hechos cuentan la historia personal del Sombrerero Loco que intenta gobernar un país cuando no gobierna ni su propio cerebro. En el contexto de su partido, es una pieza inservible más, como todas las piezas ruines que pertenecen a sus altos consejos de organización y dirección. Y no olvidemos al señor Moreno Bonilla, que en esta historia podría ser el paje del Sombrerero Loco. Si en Andalucía hay índices de desempleo insoportables, la mejor medida es subirse él mismo el sueldo, y si no, que nos corten la cabeza.