En un mundo diametralmente opuesto a la genealogía de la ética y direccionado hacia la antropología de la inmoralidad, la imagen formada del ser humano, está tan diseminada en un conjunto de ecuaciones económicas que dictan como han de relacionarse las sociedades entre sí a través del comercio y no a través de la humanidad. ¿En qué lugar quedan las relaciones humanas, tanto sociales como laborales, en sistemas que únicamente proyectan el agotamiento de los recursos naturales y los recursos humanos?
¿Existe realmente una trayectoria de acción racional para cada situación y persona?
¿Estamos dispuestos y dispuestas a ser partícipes de nuestra propia racionalidad?
Si un labrador utiliza la azada, si un obrero utiliza el martillo, si un maestro utiliza un libro, ¿por qué en la política o en la economía no se utiliza la herramienta de la racionalidad? Y no solamente es así sino que habría que añadir la supuesta manipulación racional que la política y la economía, disponen por sus medios de proyección a la sociedad en particular.
¿Pero esta manipulación racional de dónde procede?
No procede de la racionalidad sino de lo irracional. La RAE estima el significado de lo irracional como algo que es propio de animales (añadiría también de académicos) ya que supuestamente carecen de razón. Por lo tanto, carecen de raciocinio, y en consecuencia en la parte "sapiens" pertenecen al campo de la locura. ¿Una locura racional? Esta es la idea que nos intentan vender desde su irracionalidad, que toda locura es racional, que el racismo procede de la racionalidad, que el enriquecimiento sin límites es racional, que el odio procede de la razón pura.
Hay una parte importante de locura en todo este sistema de medios políticos y económicos, tanto que están dirigidos a la destrucción del planeta; en una época no muy lejana, esto sería llevado a cabo por el armamento nuclear, hoy día, llevado a cabo por la consecuencia de cambio climático producido por la irracionalidad.
¿Es la irracionalidad la que debe estar por encima de la racionalidad?
Escuchamos a diario la defensa de la locura como algo cotidiano y necesario, como si todos y todas estuviéramos locos/as, como si viviésemos bajo el paraguas de lo irracional.
Siempre existirá un principio de incertidumbre para cualquier medición, pero si pudiéramos medir en un conjunto no algorítmico, la psique humana como conjunto y principio de la formación de las sociedades, obtendríamos la fórmula de la irracionalidad como supuesto activo de toda acción comercial. Según Foucault, las sociedades no se pueden psicoanalizar en un sentido objetivo, pero el resultado es tan obvio, la magnitud de la irracionalidad es tan elevada, que bien podría decirse que los sociópatas que dirigen las economías y muchos de los gobiernos mundiales, pertenecen a un género de vida desconocido, muy por debajo del género humano y de su entorno natural.