Cada año, en el mes de enero, la pequeña localidad suiza de Davos acoge el tradicional encuentro entre los representantes del poder y del dios dinero; es decir, y digo bien, entre un poder político/económico y el poder económico que manda de verdad, que se ocuparán este año en debatir (?) sobre el tema que está de moda: la Inteligencia Artificial. Lo de debatir no deja de ser un eufemismo porque los mandamases acuden a Davos a decir lo que les da la gana, reunirse con quien quieren (inversores y amiguetes sobre todo) y hacer marketing político/económico, pero quien no acude al Foro Económico Mundial, quien no aparece por Davos, no es nadie o es un don nadie, y eso se nota en los despropósitos del encuentro, tanto es así que, según leo, el alquiler de la casa que acoja a una delegación (empresarial o política) durante cuatro/cinco días le ha costado, por ejemplo, a Colombia un millón de francos suizos, aproximadamente un millón de euros. Sí, es verdad, estamos locos…
Cada año, también en el mes de enero, para contribuir al debate público, Oxfam -en España, Oxfam Intermon- presenta su Informe sobre la pobreza en el mundo que este año se titula “DESIGUALDAD S.A.” y principia así: “Desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza; sin embargo, en tan solo 10 años podríamos tener nuestro primer billonario.”
El mundo sigue siendo maravilloso sólo para una reducida minoría. La enorme concentración de poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad en la economía mundial. Un 70 por ciento de las mayores economías mundiales son empresas y, como implora Oxfam, podremos lograr un mundo más igualitario siempre y cuando los Gobiernos regulen y reinventen eficazmente el sector privado. Angus Daton, premio Nobel de economía, ya nos advirtió de que la desigualdad corrompe/corromperá la democracia. Y tengo la impresión de que la desigualdad, que ha venido para quedarse, no solo destrozará la democracia; corromperá la Sociedad toda si no aplicamos medidas urgentes de rescate, desde revitalizar el Estado, dice Intermon, regular el sector privado y reinventar el sector empresarial.
El 50 por ciento de la población española tiene alguna clase de dificultad para llegar a fin de mes y viven ya muy cerca del límite de sus posibilidades, y una de cada cinco personas está ya en el límite. Los anteriores datos son para pensar y hacer. La globalización, que en su nacimiento y expansión no fue regulada por quienes podían hacerlo, ya no nos sirve: se han globalizado también la pobreza y la desigualdad. La hiperglobalización ha desplazado la esfera de influencia de la política y es necesaria una reglobalización que modifique las reglas del juego. Nos aguarda la todavía ignota IA, de la que -dicen- se iba a hablar en Davos y las métricas actuales ya no nos sirven. No bastan las reformas, debemos transformar estructuras y cambiar a los dirigentes y a las instituciones obsoletas que son incapaces o inútiles para gestionar la nueva situación.
En uno de sus libros más celebrado, Séneca dirige a Lucilio, uno de sus discípulos, una serie de consejos que tienen carácter universal y traspasan las fronteras del tiempo. Séneca le habla a Lucilio (nos habla a todos) de la importancia de vivir en equilibrio con la naturaleza, sobre la importancia de las cosas de la vida cotidiana, sobre cómo llevar una vida sana y honesta, que es lícito y qué no lo es, lo que nos enriquece y nos empobrece, lo que es bueno o malo sin caer en el maniqueísmo y, en definitiva, sobre como aprender a vivir y a morir. Y, cuando habla el filósofo sobre pobreza y riqueza, nos enseña la clave de bóveda de nuestro humano porvenir: “¿Me pides cuál es la medida de las riquezas? En primer lugar, tener lo que es necesario; después, lo que es suficiente.” ¿Hablarán de esas cosas en Davos…?