Estilo olivar

Juan José Almagro

Razones varias

La educación es la más potente herramienta para transformar la Sociedad

Mi meditación de cada día me ha arrastrado hoy a una conclusión que, aún sincera, dudo que sea acertada. Al escribir sobre aspectos que llamamos nuevos nos enfrentamos con un peligro cierto de doble faz: de una parte, equivocarnos, lo que no es demasiado difícil en un mundo que está dominado por dirigentes impresentables que se creen semidioses y muda con tanta rapidez; de otra, ese halo misterioso y seductor, inherente a todo lo desconocido, un reto que casi siempre merece la pena. Por eso, precisamente, conviene no perder la esperanza y recordar, por ejemplo, que Cicerón hizo en el año 79 a.C. un largo viaje fuera de Roma. Entre otros lugares vivió con familiares y amigos durante seis meses en Atenas y fue iniciado en los misterios religiosos y secretos de Eleusis, un lugar a pocos kilómetros de la capital griega. Los misterios, que son recurrentes en la historia y en la vida de los griegos, derivaban de una fiesta de purificación y fertilidad. Aquellos que eran invitados -los que participaban en esos ritos- eran testigos de una representación de la muerte y también del renacimiento, una ceremonia que incluía un descenso a los infiernos y una visión de la vida futura.

"Un régimen es tanto más sublime cuando se ordena a un fin más alto" decía Aristóteles, y partiendo de ese espíritu muchos entendemos ese fin como el Bien Común, es decir, la satisfacción de las necesidades humanas, un concepto (y una esperanza) al que viene ligado el porvenir de la Responsabilidad Social (RS), una teoría transformadora del papel de las empresas (pero no solo de las empresas) en la construcción social del siglo XXI. En momentos de desconfianza, polarización y devaluación institucional, las Administraciones Públicas tienen el reto y la obligación de recuperar con cada acción y con cada proyecto el fin último del Bien Común con un doble enfoque: a nivel interno, y más allá de lo que marcan las leyes, dando ejemplares muestras de transparencia, buen gobierno, rendición de cuentas, códigos de conducta y protocolos claros de denuncia. Velando por las necesidades del presente, como es su obligación, y ofreciendo un proyecto de futuro que garantice la sostenibilidad y la tracción hacia un modelo de sociedad responsable y comprometida. Y, en segundo lugar, tienen que hacer posible el impulso, el reconocimiento y la promoción de las políticas de RS, coordinando con coherencia iniciativas diferentes y velando para no segmentar ni fragmentar el concepto en función de distribuciones geográficas o ideologías al uso.

Las empresas tienen deberes en la gestión responsable de su capital humano, la clave para conseguir no tanto el éxito, siempre pasajero, sino la excelencia. El empleador ha de entender que su personal es único, inimitable y, si está formado, un aspecto diferenciador frente a la competencia. Fomentar el orgullo de pertenencia, el compromiso y la retención del talento debe ser una prioridad. Ser decentes y cabales también. Las empresas necesitan líderes que dejen atrás las jerarquías; líderes comprometidos, que sean fiables, creíbles, motivadores, cómplices y orientados hacia los demás, que sepan dar respuestas a las legítimas demandas de los ciudadanos. Que no busquen culpables, sino que sean capaces de gestionar equipos de personas con habilidades distintas. Que sepan garantizar la igualdad de oportunidades y la diversidad, y consagren el incipiente proceso evolutivo de la conciliación desde un enfoque familiar hacia un cada vez más demandado equilibrio entre la vida personal y la profesional. La excelencia empresarial será una quimera, un imposible, si no ordenamos el desarrollo personal y profesional de los trabajadores, si no luchamos decididamente contra el subempleo o el trabajo indigno.



La educación es la más potente herramienta para transformar la Sociedad y, poco a poco, la RS se está integrando en algunos de los planes de estudios universitarios, en posgrados o en cátedras "ad hoc", iniciativas que son necesarias pero claramente insuficientes. Las universidades no son solo templos del saber y de la investigación; deben acercarse a la Sociedad asumiendo su papel transformador y, precisamente por eso, convertirse en la conciencia crítica, ética y social de la ciudadanía. La RS (a modo de formación en valores) debe implantarse en todo el sistema educativo, desde la educación secundaria hasta la universitaria, pasando por la Formación Profesional, aunque solo sea para sensibilizar el presente y el futuro desde las tres dimensiones clásicas cuando hablamos de empresas/instituciones y RS: económica, medioambiental y social. Ahora, ESG.

Proteger, respetar y remediar. Ese es el Marco y la esencia de los Principios Rectores de la ONU cuando hablamos de Derechos Humanos, que suponen un cambio en las reglas de juego y, necesariamente, implican nuevas ideas sobre el comportamiento diario de las empresas y de sus políticas de RS. En un mundo crecientemente globalizado donde la cadena de valor alcanza cada día a más sectores productivos, la actuación de las empresas (y de sus grupos de interés) puede vulnerar los derechos humanos de los múltiples actores que entran en relación con ellas. Por eso, y en el seno de las instituciones, es preciso poner en marcha mecanismos que garanticen su protección, más allá de las llamadas a la productividad y al siempre necesario beneficio. Responsabilidad y compromiso consciente son dos de los principios/atributos más necesarios para el devenir empresarial. Hablar hoy de RS es hacerlo también del Bien Común, de dignidad humana, de lucha contra la desigualdad y la corrupción; de reportes integrados, de innovación social y ecología, de compromiso solidario y de rebajar la burocracia.

Volvamos a Grecia y a los ritos de Eleusis. Refiriéndose a esos misterios, en su famoso "De legibus", Cicerón escribe: "Aprendimos de ellos los comienzos de la vida y ganamos el poder no solo de vivir felices sino también de morir con mejores esperanzas". Y de eso se trata.