Estilo olivar

Juan José Almagro

Nuccio Ordine y la amistad

Nuccio Ordine había escrito unas hermosas reflexiones para leer en la ceremonia de entrega del Princesa de Asturias

Me quedé con las ganas de escuchar el discurso de agradecimiento que, si no hubiese fallecido inesperadamente en el mes de junio, Nuccio Ordine hubiera leído al recibir -el viernes 20 de octubre- el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023. Nos quedamos también sin que pudiera visitar Úbeda invitado a conferenciar por el Centro de Estudios del Renacimiento. A pesar de las notas preparatorias en las que Ordine había trabajado para agradecer el galardón, y que facilitó la Fundación Princesa de Asturias, creo que todos nos hemos quedado esperando las palabras que nunca pudimos oír. ¿Qué nos hubiera dicho el profesor Ordine, a quien tuve el honor de conocer y al que tanto admiro, en Úbeda o en la ceremonia de entrega de premios (en el teatro Campoamor de Oviedo) cuando el jurado del Premio Princesa de Asturias lo había reconocido “por su defensa de las Humanidades y su compromiso con la Educación y los valores enraizados en el pensamiento europeo más universal?”

Pienso en todo lo anterior mientras me afano en abrir, y leer con devoción, las páginas de su libro póstumo, “George Steiner, el huésped incómodo”, publicado por Acantilado hace solo unos días y en el que Nuccio Ordine recoge una entrevista, también póstuma, a un grande, George Steiner, y cuatro conversaciones publicadas en el ‘Corriere della Sera’ a lo largo de los años. La entrevista póstuma fue idea del propio Steiner, fallecido en febrero del 2020 y se pudo leer al día siguiente de su muerte en los periódicos italianos, como una manera discreta, decía Ordine, de romper el silencio, de despedirse de sus amigos, de sus alumnos, de sus muchos lectores… Nuccio y George, George y Nuccio, que tanto monta, fueron, sobre todo amigos, y cuenta Ordine que, tras la muerte de Steiner, encontró en una carta de Francesco Petrarca dirigida a Barbato de Sulmona en 1363, una de las descripciones más profundas y emotivas de cómo un amigo, pese a hallarse a una gran distancia, puede continuar siendo partícipe de la vida diaria de quien lo ama: “Si el destino nos lo impide, supliremos nuestra ausencia con el alma y la imaginación, que eso nada lo puede ya impedir. Tú me abrazarás con tu afecto y yo a ti con el mío; ninguno de los dos tendrá sin el otro sus días, sus noches, viajes, veladas de estudio, charlas, alegría, trabajo, descanso”.

Ordine fue profesor, ensayista y filósofo, especialista en el arte y la literatura del Renacimiento y en el pensamiento de Giordano Bruno. No había cumplido los 63 años cuando murió en Cosenza, Italia, el 10 de junio de 2023. George Steiner falleció en 2020, cumplidos los 90 años, en Cambridge, Reino Unido. Fue profesor, filósofo, teórico de la literatura, ensayista, traductor y acerado crítico, y un ejemplo del intelectual europeo políglota. Fueron, son, dos grandes personalidades intelectuales, dos maestros en los que se busca la palabra y el ejemplo, y los dos premios Principe/Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2001 Steiner, y este año, Ordine. Ambos representan, sobre todo, a los más destacados humanistas de nuestro tiempo. El jurado que premió a Steiner en 2001 dijo del maestro que, heredero y participe de varias lenguas y culturas, Steiner representa una síntesis armónica de tendencias contrapuestas en la visión del mundo que nos hace pensar en la posibilidad de un entendimiento por encima de diferencias accidentales. George Steiner había llamado de la irreverencia a esta época que nos había tocado vivir.

Nuccio Ordine había escrito unas hermosas reflexiones para leer en la ceremonia de entrega del Princesa de Asturias. No pudo hacerlo, pero su recuerdo estaba con tres grandes maestros que también fueron en su día distinguidos con el premio: Umberto Eco, Emilio Lledó y George Steiner, maestros de la cultura europea “además de tres grandes amigos míos que a lo largo de los años fueron desempeñando un papel muy importante en mi vida y en mi formación intelectual.” Y Ordine desgranó en su nonato discurso una profunda oración de amor sin límites por la literatura, la educación y el conocimiento: las escuelas y las universidades -hubiera leído con su voz cálida- deberían formar a ciudadanos heréticos, capaces de pensar por sí mismos y de rebelarse contra el egoísmo rampante, el racismo y el antisemitismo, contra un capitalismo voraz que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres y a la clase media y que, en nombre del beneficio, está destruyendo también nuestro planeta. Que así sea, habría que decir, porque como final de su discurso, Ordine había dejado el pensamiento de Oscar Wilde: “Un mapa del mundo que no contenga el país de la Utopía no merece ni siquiera que le echemos un vistazo”.