La chapa

Carlos Oya

Jungla

«Sí, Europa es un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha logrado...

 Jungla

Foto: EXTRA JAÉN

Unión Europea.

«Sí, Europa es un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha logrado construir, las tres cosas juntas […] La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín». Estas palabras las pronunció el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea Josep Borrell la semana pasada en Brujas. Luego añadió de una forma un tanto cursi y cándida (por el Cándido de Voltaire) que «Los jardineros deberían cuidarlo, pero no podrán cuidar el jardín construyendo muros […] los jardineros tendrán que ir a la jungla. Los europeos tendrán que interactuar mucho más con el resto del mundo. De lo contrario, el resto del mundo nos invadirá de diferentes maneras» para terminar con el siguiente colofón: «“Mi principal mensaje es que debemos interactuar mucho más con el resto del mundo”. ¿Qué tiene de malo estar orgulloso de la Unión Europea y del arduo camino transitado para llegar a ser algo más que una serie de estados unidos por intereses económicos sino también por unos valores idénticos a los derechos humanos? Europa se ha convertido en un referente para esas poblaciones perdidas y a tal obedecen las continuas peticiones de adhesión por parte de estados exteriores geográficamente hablando. Borrell continúa afirmando que la mayor parte del mundo es una “jungla” la metáfora de la discordia pero a cualquiera que conozca la realidad internacional puede parecerle atinada. ¿Saben quiénes han puesto el grito en el cielo por la elección de tal tropo? Agárrense los machos: Irán, Emiratos Árabes Unidos y Rusia. “Para mear y no echar gota” como dice mi madre. Han sacado a la momia del colonialismo a pasear y a unos se les ha olvidado que tienen una policía moral que mata mujeres que llevan mal el hiyab, a los otros la matanza de civiles de Bucha y a los de más allá una ley que permite el maltrato a mujeres y niños siempre que no exceda lo prescrito por el Coran. Y es que una cosa es ser malo y otra tener la cara de cemento. Más aún, el final del discurso de Borrell es una mano tendida a la busca del interés común. Pues todo se ha quedado en una polémica bizantina por la elección de la palabra “jungla” para señalar a unas regiones cuyas leyes son papel mojado y donde el ciudadano se encuentra desnudo ante las arbitrariedades del gobierno de turno. Sí, en efecto. Allí donde impera la ley de la jungla.