Me suda la Polca

Jesús Calamidad

Cazafantasmas

La gente no es tonta, la mayoría del tiempo. Tarde o temprano, se nos ve el plumero

¡Está lloviendo, está lloviendo mucho! Como decían los “713avo amor”, grupaco malagueño. Y por eso me voy a ver una peli, una a la que le tengo ganas desde hace tiempo. Hace nada que se estrenó en el cine, pero ya hace tiempo de mis ganas. En pirata, mal hecho, pero bien. ¡Maldito Jack Sparrow! Bien hecho porque yo ya no me fío; de nadie, de nada; y primero cato y luego contribuyo si se dan las circunstancias adecuadas y es menester. La peli que voy a ver es una continuación de unas pelis que me fliparon en su momento, ahora las llaman “sagas” como si de brujas se tratase, y que no hace mucho ya empezaron con el negocio de la nostalgia, pero ésta se supone que es la caña, el acabose. Hay que estrujar la añoranza hasta que vomite euros por cada agujero, natural o artificial, de su cuerpo.

Todos sabemos ya en qué consiste eso de recuperar lo que te hacía feliz de niño o adolescente para tapar toda la mierda que has hecho de mayorcete, ya lo sabemos. O para tapar toda la mierda que hicieron contigo, que es la misma mierda, solo que pertenece a otra saga, más documental. Por eso las ciudades se visten los fines de semana de fiestas sobre los ochentas, los noventas, grupos tributo, reuniones de exalumnos, despedidas de divorcio, noche de “chicas”, pinchadas temáticas, etc.. Es un geriátrico para cuarentones y cincuentones que van un par de veces por semana al gimnasio y se controlan el coresterol. Y eso la industria cinematográfica lo sabe.



¡Por supuesto que lo sabe! Claro que, por un lado, también queremos saber cómo acabaron ellos, los de la ficción, nuestros amigos en filmina, los que nos acompañaron más, en ocasiones, que a los que podías pegarle un pellizco. Es natural. Secretamente, somos muy cabrones, tenemos el deseo de que les fuese tan por el culo como a nosotros, eso es así. A ver, natura obliga. Como esa alegría privada que sentí al ver a Indiana, en la última, viejo, borracho y solo. Aunque el verdadero deseo, el de nuestro niño interior, es que, ¡joder, sí!, les hubiese ido de puta madre porque se lo merecen y porque el “Club de los cinco” y los “Goonies”, copón. ¡Por favor! ¡Coño, ojalá les haya ido de puta madre y no la cagaran como nosotros! ¿Quién no desearía que el personaje de Josh Brolin y el de Kerri Green tuviesen una media docena de churunbeles y estuviesen en luna de miel eterna y a partir un piñón? ¿Quién en su sano juicio, no? ¿Quién? O bueno, la pareja formada por Lawrence Cohen y John Matuszak, que hay que deconstruírse. ¡Chocolateeee!

Inexplicablemente y contra todo pronóstico comercial, no ha sido así. No lo ha sido, a saber por qué. Lo que habitualmente nos sirven es un mejunje posmoderno de superioridad moral, un elenco que ni los anuncios de los ochenta de Benetton, una diversidad sexual que no llegó a conocer ni el mismísimo Nerón y personajes cuya biografía cabría en una sola publicación del antiguo X. No ha sido así porque la industria cinematográfica se ha empeñado en olvidarse de quién eran sus ídolos y los han pantufleado hasta la tontería. Sí, me acabo de inventar un verbo, pantuflear, ¡qué pasa! No quiero ni acordarme de lo que hicieron con el Luke, el de los Skywalker, el niño del Vader, el de la Estrella de la Muerte. No quiero ni acordarme. ¿Dónde está la mitología que nos prometísteis? ¿Dónde?

Guioniste cuasi treintañere que te ocuparás, en un futuro, de la segunda parte de los “Goonies”, de “Razas de noche”, de “Los chicos perdidos” o de cualquier otra obra maestra de mi acerbo personal de viejazo, a té me dirijo: “Déjate de mierdas, por favor. Ama a tus personajes, ámalos, y quiere lo mejor para ellos o lo peor, eso no importa, siempre y cuando los ames. Respeta de dónde vienen y sé consecuente con ello. Haz ficción, sublima. Crea arcos, recrea el viaje del héroe o de la heroína, si hablamos del “Pico”, pero no me vendas propaganda. Propaganda, no. Propaganda, caca. No, esa escuela ya la petó el Goebbels. Sí, el cojo. Fíjate cómo acabaron el cojo y su compadre. La gente no es tonta, la mayoría del tiempo. Tarde o temprano, se nos ve el plumero. Crea y cuenta historias que hablen de la raza humana y de lo que tenemos en común. Vete a lo universal y, ya verás, que no te vas a equivocar. Luego que cada uno de tus personajes se acuesten con quien quiera o que se identifique con un helicóptero apache, eso es lo de menos. Ama a tus personajes, hazles que aprendan algo o que salven a alguien o lo que sea que represente lo mejor de la raza puta humana de mierda que somos. Escribe una historia que quiera hacernos mejores. Escribe, sobre todo una historia que te ponga los pelos de punta, que haga que te rías y quieras llorar. Y que cuando otro la lea, no tenga más remedio que reír y llorar. Un besito y sal a la calle, rózate con otros, pégate. La universidad no lo es todo, de hecho, es casi nada. Y luego nos lo cuentas con amor.”

Yo le voy a dar una oportunidad a los nuevos “Cazafantasmas”, a ver qué tal. Ya te cuento cuando la vea.