Me suda la Polca

Jesús Calamidad

Ha llegado el momento de que remate la historia

Siempre encuentro excusas para no hacerlo, lo sé, pero hoy sí, hoy sí

Bueno, pues ha llegado el momento de que remate la historia de por qué monté una banda de Rock para ligarme a una tía y del día que tocamos por primera vez en los Ciclos de Rock de la Sala San Carlos. Yo creo que ya lo he pospuesto demasiado, pero entiéndeme, no es fácil destriparse así ante nadie, da cosica. Eso cuesta trabajico y más para alguien como yo, de natural introvertido y con la inteligencia emocional de una ameba. Siempre encuentro excusas para no hacerlo, lo sé, siempre encuentro una narración enmarcada para no seguir el hilo. No es fácil para mí. Pero hoy sí, hoy sí, hoy es la refinitiva.

Antes, si me lo permites, me voy a ir a afeitar y a ponerme decente, todo lo que sea posible, ya que el momento lo requiere. La de ayer fue una noche toledana, no estoy presentable y además, como te comenté el otro día, la moral tiene criterios estéticos. De hecho me pillé una camisetaca en el EMP solo para tener esta conversación. ¡Te lo juro, que sí! Ya sabes la alta estima en la que tengo a la etiqueta y a la liturgia, a impregnar cada acto con una miajica de magia, otra de teatro, drama y mucho de simbolismo. Me gusta ver todo ese trampantojo como la emulsión de plata de las emociones que, con un buen revelado, quizá nos deje una buena instantánea del momento. Al final solo nos quedan los momentos, eso es todo. El diablo está en los detalles. Una pasada la camiseta, ya la verás. Dame diez minutos, la casa de mi madre está aquí al lado. Tómate algo mientras, lo que quieras. Ya le he dicho yo al Julio que la cuenta va de mi parte, por supuesto, por las molestias. ¡Enga! Vuelvo en un pispás. ¡No te muevas!



¡Ya estoy aquí! Perdona, tienes toda la razón, me ha llevado algo más de tiempo. Me disculpo. La edad. Esto ya no se recompone tan amablemente como antes que era ducharse y a tirar millas, ¿sabes? ¡Qué te voy a contar! En fin. ¿No te parece que todo te quedaba mejor hace veinte años? Es una movida. ¡Qué guapísimos éramos y qué feos nos percibíamos! Un locurón cognitivo el de la mayoría de los monos sin pelo. Ehhh, vale, bien.

Bueno, pues ya estaríamos. A ver... Mmmm...¿Perdona? ¿Perdona, me pones otra como ésta?.. Sí, gracias... Bueno, ya. ¡Claro, sí, la camiseta es una puta pasada! ¡Te lo dije!

Bien, era nuestro primer concierto en los Ciclos de Rock de la Sala San Carlos, como ya sabes y... ¡ah, estupendo! ¿Nos puedes poner dos chupitacos de Jagermeister también?.. Vale, ¿por dónde iba?.. Primer concierto de la San Carlos para nosotros, Los “Mab”. Imagínate el cuadro, ni seis meses habíamos ensayado las seis o siete canciones cogidas por los pelos que conseguimos hilar. Por no tener, creo recordar que la mayoría de nosotros no teníamos ni instrumentos propios. Aquello olía a catástrofe pero no tuve miedo en ningún momento, ni puta idea de por qué no, pero estaba tan pancho. Con los años he tenido todo el miedo que aquella vez no tuve y más, mucho más. Nuestra canción bandera era una que compuse; no una, la primera de mi vida; con los únicos cuatro acordes que me sabía y la mejor canción que compondré jamás, “Soñar contigo”. No, no te extrañe que no la conozcas, no la conoce nadie y así es como debe de ser, cada cosa en su sitio. El universo sabe priorizar. Existen millones de bandas sonoras y de otras “Soñar contigo” en el mundo que pertenecen exclusivamente a la biografía de una sola persona, así es como debe de ser. Si todo lo que brillase fuese oro solo seríamos unos cuervos acumulando reflejos. Por ende, no todo van a ser “Hits” y “Cuarenta principales”, hay muchos barrios en la ciudad y muchas casas en los barrios y cuartos en cada casa y esquinas en cada cuarto. Todo lo conocido tiene que ver con el talento, la disciplina y la suerte, eso es así. El resto es acerbo privado y subjetivo. A mí ese tema me gusta mucho, muchísimo y aún lo toco de vez en cuando si llevo un par de birras. No porque sea mío; que también, ya sabes tú lo ególatra que soy, que me duele la cara de ser tan guapo; sino porque se implicaron en él las que luego serían las personas que más me gustan en el mundo o al menos un par de ellas. Y ahí, ahí sí. Ahí si estábamos haciendo magia y algo de teatro y algo de simbolismo que nos mantuviese cercanos a pesar del tiempo y la distancia. Ahí conseguimos revelar un par de instantáneas para siempre. Para siempre que queramos conservarlas, claro, el ensayar es para siempre, por huevos, o pierdes mano. Hasta La Gioconda envejece, se degrada y hay que cuidarla. ¿Y sabes cuándo he perdido yo mano? Pues hace un rato al afeitarme, hace apenas veinte minutos. No tengo costumbre ya con la cuchilla, pero quería estar guapo y parecerme más al de hace décadas. Una torpeza por mi parte. Y frente al espejo, sangrando por los cuatro costados, me he preguntado: ¿Acaso no son los espejos, cada uno de los espejos del mundo, retratos de Dorian Grey? ¿Ese que guardaba en el desván para no verlo, para no ver los estragos del tiempo y los vicios, y que nosotros repartimos con un ansia masoquista por toda nuestra casa? Yo no me siento como el reflejo que me devuelve el espejo, ni de coña, pero sé que es así y así es como debe de ser y será. Aunque también te digo, por mi empeño y porque quería ligarme a una tía, montando una banda de Rock, siempre puedo recurrir a una cinta de cassette grabada en Tubular de nuestro primer concierto en los Ciclos de Rock de la Sala San Carlos, bendito error técnico, para verme como a Dorian Grey le veían los demás sin el reflejo de su retrato, por un momento cada vez que me apetece. Solo tengo que darle al “play”.

Monté una banda de rock and roll para ligarme a una tía y gracias a ello conseguí poner en conserva unos minutos de mi juventud para siempre. No todos los caminos llegan a Roma y, aunque te empeñes en leer el nombre de la ciudad al revés, de todas formas tampoco llegará si no está en el guion. Solo hay que disfrutar del viaje y, de vez en cuando, montar una banda de rock and roll o comprarse una camiseta molona. Sobre todo hay que poner ciertos momentos en salmuera para deleitarlos en el futuro, con mesura, y cada día, cada día, comer productos frescos porque el exceso de conserva solo lleva al botulismo.

¡Qué no era para tanto! Ya te digo yo que sí. ¡Julio, otra ronda cuando puedas! Y más chupitos, que habrá que pasar el trago.

P.D.: A partir de aquí solo voy a escribir sobre lo que quiera que se escriba en las columnas de opinión. Ya me informaré sobre el tema porque ahora me pillas que ni puta idea.

Pero, pero... si ni siquiera has contado lo de la San Carlos...¡Ni falta que hace! ¡Cotilla, correveidile! He pagado la cuenta, que ya es más de lo que cabía y no ha salido barato.