Buenos días, amigos, este fin de semana, dijo adiós a los escenarios nuestro paisano Joaquín
Ramón Martínez. Sus letras, sus discos han sido la banda sonora de nuestra vida.
¿Quién no ha estado en una clase de Física y Química diciéndole mentiras piadosas a ese
hombre del traje gris?
¿Quién no ha tenido malas compañías, y en afrentas a exclamado: Dímelo en la calle de la
Mandrágora?
¿Quién no ha hecho inventario, siendo juez y parte, cual Juana La Loca, confesando lo
niego todo: en directo con esta boca es mía?
¿Quién: Yo, mi, me, contigo. Seguimos siendo enemigos íntimos, como en la ruleta rusa
lo nuestro duró 19 días y 500 noches?
Y en un bar todos hablan de ti, con el Símbolo y el Cuate siempre mucho Sabina. Cuando
nos hundimos como La orquesta del Titanic. Volvemos la vista y vemos alivio de luto
constatando que esta vida es siempre vinagre y rosas.
Punto... y seguido en nuestra vida, siempre hasta en un concierto Salamanca -… y
seguido- Seguimos como en el diario de un peatón dando el 14 de ciento volando de 14.
Como si estuviéramos en el Luna Park. Cual dos pájaros de un tiro al llegar a un hotel,
dulce hotel después de 500 noches para una crisis, sin ti.
Para acabar sólo, puedo decir que nos sobran los motivos para estar orgullosos,
sintiéndolo mucho que diga adiós. El es esencial, Sabina 70, puro Sabina. Siempre
diremos con esta boca es mía: ¡Gracias Joaquín Sabina y Viceversa!.
Ahora sólo, mientras escuchamos tu música, tus letras y tus sentimientos, seguiremos
soñando con aquel, quien quisiera ser Pirata Cojo, con pata de palo, con parche en el ojo...
Buenos días.