Comencé a oír hablar de la atención a las víctimas como doctrina que formaba parte de la Criminología hace ya demasiados años pero parece que no suficientes. Por mi dedicación profesional me abrió un mundo teórico que no conocía y con el que pude denominar, conocer y analizar con instrumentos científicos lo que era pura práctica e intuición. La victimología es un movimiento que nace en Estados Unidos bajo el potente sector de los seguros para poner el ojo en lo que era invisible pero evidente, que cuando hay un delito existe una víctima que es real, está afectada, necesita ser parte y resarcirse del daño no sólo físico sino también moral que se le ha infringido.
En España a finales del siglo XX comienza a desarrollarse con distinta normativa y servicios especializados, en especial en el ámbito de atención a las víctimas de violencia de género y sexual, buscando su participación activa en el proceso ya que no se les consideraba parte sino meras espectadoras bajo la toga, casi de forma exclusiva, del ministerio Fiscal.
En el año 2015 aparece el Estatuto de las Víctimas de Delitos que desde el minuto cero establece el derecho a la protección, información, apoyo, asistencia y atención, así como a la participación activa en el proceso y a recibir un trato respetuoso, profesional, individualizado y no discriminatorio desde el primer contacto con las autoridades o funcionarios. Siempre me llamó la atención, y lo tomaba como broma, el hecho de que hace 10 años aún hubiera que establecer por ley la obligación de que la persona afectada por un delito puede exigir un trato respetuoso incluyendo a servicios policiales y jurídicos, por supuesto a los jueces también. No se exige empatía, comprensión o amabilidad, sólo respeto. Y aunque parecía redundante y excesivo se ha puesto en evidencia que unos cuantos cursos de reciclaje de buenas maneras y de atención a las víctimas no les sobran a ciertos profesionales.
El desarrollo del interrogatorio a la víctima que ha denunciado a Errejón por parte del juez de instrucción debería proyectarse en la Escuela Judicial cómo modelo de lo peor, ejemplo de lo que no se puede hacer, y que además los jueces están obligados por imperativo legal a no hacerlo. Las buenas formas, la educación, el respeto o la consideración a quién puede ser víctima de un delito de ese alcance, con consecuencias físicas y psíquicas tan inmensas como es una agresión sexual debería darse por hecho cierto en quién representa en ese momento la máxima autoridad y poseer formación teórica y práctica para realizar un interrogatorio digno, al menos, eso.
Llama la atención que el señor Magistrado, al ver su tono distante, su falta de empatía, su formas soeces y desabridas interrogando a la víctima se justifica diciendo que si llega a saber que se va a filtrar el vídeo lo hubiera hecho mejor... ¿De verdad nos merecemos esto? Sr. Juez Carretero, las mujeres no van buscando parejas como locas por las calles de las redes y si no lo consiguen las denuncian. Hágaselo mirar, es sólo un consejo.
El Consejo General del Poder Judicial ha tomado cartas en el asunto después de recibir más de mil doscientas quejas. No tengo muchas esperanzas en qué quedaran las posibles sanciones o repercusiones porque lo que también está claro es que si necesita un millar de llamadas de atención para darse cuenta y realizar su labor, el tratamiento adecuado de las víctimas no está entre las prioridades del CGPJ pendientes ahora de sus nombramientos.
Pero aún nos queda un rayo de luz, de que todo no es igual, que también se puede interrogar por parte de fiscales, abogados acusadores o defensores de manera respetuosa. Cada uno en su papel, cada uno con sus intereses. Una digna y entera Jennifer Hermoso frente al poder real, económico y social, del presidente de la más potente Federación de Deportes en España, el fútbol, en un interrogatorio de más de tres horas en el que hemos conocido no sólo que no fue consentido el beso, ya lo sabíamos, sino las coacciones y amenazas que sufrió completamente sola, nos dicen mucho del presunto agresor, sus compañeros y la víctima. Torres más altas han caído y sin perjuicio de la sentencia y sus limitaciones ¡Jennifer es gigante!