El cultivo del olivo está experimentando profundos cambios que imponen una evolución del mismo para poder adaptarse a ellos. A las condiciones de cambio climático, que de manera pertinaz van generando nuevos escenarios para la propia productividad del cultivo, hay que sumar otros cambios. A nivel fitosanitario están surgiendo brotes de plagas y enfermedades desconocidas o insospechadas para la mayoría de olivareros, algunas aún sin nombre común.
Los daños ambientales asociados a una mala gestión del cultivo (disfrazada muchas veces de “tradicional”) persisten en amplias zonas de la geografía del “mar de olivos” y son cada vez más insostenibles. En este sentido, los nuevos parámetros de la política agraria común va a imponer nuevas exigencias (bienvenidas si sirven para reconducir los impactos al medio ambiente y por tanto, mejorar la renta del agricultor) con más cambios.
A esto hay que sumar el cambio radical de diseño de las nuevas plantaciones, más rentables y receptoras del avance tecnológico y científico del cultivo. Por un lado los olivares superintensivos o “en seto”, de los que ya hay versiones para secano y en cultivo ecológico. Es innegable que este modelo de plantación va a ir incrementando su superficie, con todas las nuevas características agronómicas que conlleva. Por otro lado, la investigación en las relaciones ecológicas del agrosistema del olivo están poniendo de manifiesto la importancia de los servicios ecosistémicos para la renta agraria, que requieren otros manejos y perspectivas del cultivo.
Otro cambio no pequeño es el que introduce el mercado, como si de una apisonadora se tratara. El precio del aceite está presionando para reducir gastos de producción, abriendo las puertas a nuevas formas de cooperación y gestión y a redimensionar las explotaciones. Y el consumidor está imponiendo nuevas exigencias, relacionadas con la calidad, los beneficios saludables del oro líquido y la salud ambiental del entorno donde se produce.
En definitiva, el monocultivo de nuestra provincia, la única cesta donde se han puesto todos los huevos, está experimentando cambios profundos, algunos imperceptibles en el día a día, pero incontestables en su conjunto. El “toda la vida de Dios se ha hecho así” no sirve en un escenario de cambio como el que se está produciendo. Por ello el olivar debe evolucionar, de la mano de la ciencia y el sentido común pero también con el olivarero como protagonista, que deberá asumir y liderar esa evolución, con la ayuda del resto de la sociedad. Exigencias de tener una única fuente de riqueza.
Manuel Ruiz
Quien a buen árbol se arrimaEvolución del olivar
El cultivo del olivo está experimentando profundos cambios que imponen una evolución del mismo para poder adaptarse a ellos. A las condiciones de cambio...