Un fantasma recorre el país, es el fantasma del cantonalismo, que vendría a ser una especie de federalismo puede que aldeano y resentido pero bien cargado de razones, fundadas en su mayor parte en la postergación y el olvido por parte del poder político.
El éxito arrollador de Soria Ya! en los comicios de Castilla y León del domingo –¡el 42 por ciento de los votos de toda la provincia y el 50 por ciento de los de la capital!– ha hecho concebir esperanzas electorales a plataformas hasta ahora políticamente marginales como Jaén Merece Más o Levanta Jaén, las dos marcas jiennenses de la España Vaciada que están decididas a entrar en la contienda electoral y que, por cierto y como imitando a sus mayores los partidos tradicionales, han conseguido pelearse entre ellas antes incluso de empezar a hacerlo con sus adversarios.
Fenómenos electorales como Teruel existe, Soria Ya!, Unión del Pueblo Leonés o Jaén Merece Más son un grito doméstico que ha logrado hacerse oír más allá de las paredes del terruño local: son un indignado aullido contra la marginación geográfica, política, económica y demográfica, pero representan también un cierto regreso a la casilla de salida de la política, un retroceso no tanto a la antipolítica, que un poco también, como a la prepolítica: sus banderas son preideológicas, no porque sus promotores no tengan ideología –nadie que entra en política puede no tenerla– sino porque han optado por sacrificarla, al menos provisionalmente, en el altar de las urgencias locales.
Es bien conocido el origen medieval de las instituciones locales, promovidas por la monarquía en los siglos oscuros para contrarrestar el empuje del poder señorial. Fueros, cartas, franquicias, privilegios o exenciones eran las herramientas con que los reyes dotaban a los pueblos y ciudades de antaño para blindarlos frente a los embates de la ‘globalización feudal’. Lo que reclaman las marcas de la España Vaciada se parece un poco a aquello: reclaman del poder central atenciones, inversiones o incluso franquicias aunque no para privilegiar a sus territorios, sino para igualarlos de una maldita vez con quienes ellos perciben secularmente como privilegiados.
La ideología puede esperar
En realidad y buscando precedentes contemporáneos, el modelo inspirador de Teruel también existe o Levanta Jaén lo inventó hace mucho tiempo el Partido Nacionalista Vasco, donde la ideología -que si ayer democratacristianos, que si hoy liberal-conservadores, que si mañana liberal-progresistas- siempre fue una cosa para los ‘batzoki’, para los de casa, un producto de consumo interno; para los de fuera, la estrategia peneuvista siempre fue, dicho sea con todos los respetos, poner el cazo: ‘cosas pa los de mi pueblo a cambio de mis votos’.
Es lo que persiguen ahora las marcas de la España Vaciada, si bien con una diferencia crucial con sus precedentes nacionalistas de Euskadi o Cataluña: que los vecinos de Soria, Teruel o Jaén sí están efectivamente preteridos por el poder central (y autonómico, ¿no?); a su manera, ellos sí pueden gritar con razón ‘¡España nos roba!’.
Viva mi dueño, gritaban los serviles de Valle Inclán; viva mi aldea, gritan desde hace décadas vascos y catalanes y casi desde ayer mismo turolenses, sorianos, jiennenses...; todos ellos tienen algo de primos hermanos de Vox, furioso paladín del ‘viva España’ al que la izquierda parece haber cedido la jurisdicción política de los territorios vaciados. “Seremos los tribunos de la España de provincias”, proclamaba Santiago Abascal esta semana a propósito del éxito de su partido en Castilla y León.
Pese a ello, muchos de los votantes de Vox no son tanto ciudadanos con una ideología propiamente de extrema derecha como vecinos, padres de familia, trabajadores o comerciantes más bien conservadores pero sobre todo irritados, decepcionados y profundamente exasperados ante unos cambios sociales, culturales y económicos que sienten que los están dejando fuera de juego.
Jaén pionero
En principio, Jaén y Huelva son las dos provincias donde las candidaturas localistas parecen tener más opciones de lograr representación en el Parlamento autonómico. Aunque también hay plataformas civiles de la España Vaciada en Granada o Almería, la coordinadora provincial de plataformas locales Levanta Jaén, creada en 2019, es la que atesoraba mayor arraigo civil y un recorrido social más dilatado.
La defección de Jaén Merece Más, circunscrita a la capital y que ha decidido volar electoralmente por su cuenta contraviniendo -según Levanta Jaén- el compromiso inicial de actuar al unísono, no es buen augurio: una única marca puede que consiga representación; dos es poco probable que lo logre.
De perfil político más bien conservador, el flamante partido Jaén Merece Más “nace del hartazgo de la sociedad civil y su incesante lucha ante el histórico ninguneo y maltrato de las administraciones a la provincia, sin distinción de siglas”. Su pretensión es competir no solo en las autonómicas, sino también en las generales, aunque serán las primeras las que marquen la pauta de aceptación de las nuevas siglas.
En los cuarteles generales de los partidos convencionales la pregunta del millón es ésta: ¿a quién le robarán votos Jaén Merece Más o Levanta Jaén? En Castilla y León el principal damnificado ha sido el Partido Socialista, pero en la provincia del Santo Reino el granero de votos de las nuevas marcas podría provenir de Cs, que en las autonómicas de 2018 obtuvo 50.600 votos y dos diputados, reducidos a la mitad de votos y un congresista en las generales de noviembre del año siguiente.
Aun así, no deberían los socialistas dormirse en los laureles. Hay al menos tres buenas razones para que en la sede regional del PSOE de la calle San Vicente de Sevilla estén preocupados, que lo están: por un lado, el Gobierno de España, al que se dirigen las reivindicaciones no satisfechas, esta liderado por el PSOE; por otro, en Jaén el partido dispone de la bolsa de votos más apetitosa, nada menos que un 35 por ciento al que sigue el 23 por ciento del PP; y, finalmente, los socialistas han ido acumulando un desgaste ya significativo a lo largo de muchos años de gobierno pero intensificado a cuenta de la última gran decepción de los jiennenses: la designación de la vecina Córdoba como sede del denominado Plan Colce (Concentración de Órganos Logísticos Centrales del Ejército).
Una disparatada gestión de las expectativas reales propició que Jaén contara de antemano con esa inversión millonaria que al final el Gobierno de Pedro Sánchez, cuya vicepresidenta era entonces la cordobesa Carmen Calvo, otorgó sorpresivamente a la ciudad de la Mezquita. El Juzgado de Instrucción número 37 de Madrid admitió a trámite la denuncia, de recorrido más que discutible, interpuesta precisamente por Jaén Merece Más contra el Ministerio de Defensa por un presunto delito de prevaricación administrativa.
España nos roba… población
Jaén arrastra además una larga historia de agravios y olvidos muy viva en la conciencia colectiva, y ello a pesar de que la Junta de Andalucía gobernada por los socialistas se volcó con la provincia para taponar con decenas y decenas de millones de euros las heridas industriales de los años 90, singularmente la de Santana Motor, aunque también la de Cárnicas Molina, en la capital.
El dinero público no logró salvar ni a la una ni a la otra, y no puede decirse que fuera por falta de voluntad política, que la hubo a raudales, sino quizá por imponderables estructurales que se han repetido en otros territorios como Asturias o León, donde nunca lograron sobreponerse a los letales efectos de sus crisis mineras. La reindustrialización de territorios sin tradición industrial es tan fácil de prometer como difícil de implementar.
Las administraciones, tanto autonómica como provincial, vienen apostando enérgicamente desde hace decenios por la dinamización del potente sector del aceite en Jaén, propiciando alianzas de productores independientes y cooperativas comprometidas con la promoción, la modernización, la comercialización y el marketing. En los últimos decenios, ciertamente, se ha avanzado mucho en esa dirección, pero no ha sido suficiente para detener la despoblación de la provincia, que cada año pierde habitantes. La propia capital, en otro tiempo polo de atracción para la gente de los pueblos, perdió el año pasado 825 habitantes.
La Soria indignada ya ha ‘empotrado’ tres procuradores en las Cortes de Valladolid. ¿Lograrán las divididas plataformas de Jaén una hazaña similar en las autonómicas andaluzas que se celebrarán este año? De ser así, la revolución cantonal de las provincias vaciadas también habría llegado a una Andalucía que globalmente aumenta en población, pero cuyo crecimiento demográfico se concentra en la costa y en el valle del Guadalquivir, no en toda la comunidad.
Baste recordar este dato escalofriante: Jaén es la única provincia andaluza que ha perdido población en los últimos 50 años, desde los 666.838 que registraba entonces a los 623.981 del año 2021. ‘España nos roba… población’, podría servir de lema electoral de la Jaén indignada, donde, al igual que otras provincias de la España olvidada, se aprecia una cierta movilización de la sociedad civil dispuesta a trasformar las lágrimas en votos y la indignación en poder.