Régimen Abierto

Antonio Avendaño

El hermano Juan envaina su espada

Al abstenerse ante una ley que pretende amnistiar 1.500 hectáreas de regadíos ilegales en el entorno de Doñana, Juan Espadas camina por el filo de una navaja

 El hermano Juan envaina su espada

Foto: EXTRA JAÉN

Juan Espadas.

Nadie podrá discutirle a Juan Espadas el blasón de estar intentando una nueva forma de hacer oposición, con un estilo más templado y más sereno que el que acostumbran a practicar los partidos que han perdido el poder y aspiran a recuperarlo.

El secretario general del PSOE no es un político sectario, cree sinceramente en el diálogo, la negociación y el entendimiento y piensa que el común de la gente sabe valorar las actitudes mesuradas en estos tiempos de desmesura. Dos muestras de su talante: la primera, meses atrás cuando ofreció sus votos al Gobierno conservador para sacar adelante los presupuestos de 2022 una vez que Vox había decidido no hacerlo; la segunda, esta semana cuando el grupo socialista optó sorpresivamente por la abstención al votarse la proposición de ley de las derechas para amnistiar casi 1.500 hectáreas de regadío en la denominada Corona Norte de Doñana.

“Juan ha perdido el norte con la Corona Norte; tiene la extraña capacidad de convertir una oportunidad en un problema”, susurraba con tono zumbón un amigo de los socialistas al conocer la desconcertante abstención del PSOE ante una iniciativa que ha hecho saltar las alarmas de nada menos que: la Comisión Europea, la Unesco, el Gobierno de España, todas las organizaciones ecologistas y el resto de la izquierda.



Sin pretenderlo, el PSOE ha blanqueado la insensibilidad proverbial de las derechas andaluzas en materia de medio ambiente en un momento políticamente delicado para el presidente Moreno, que siempre podrá decir en su defensa: “No será tan mala esta ley mía cuando el Partido Socialista no la rechaza”.

Lo más sorprendente de la evangélica abstención socialista es que no era necesaria, ya que sin ella la proposición de ley habría salido adelante sin dificultad al contar con los votos de PP, Cs y Vox. No era, pues, necesaria aritméticamente, pero es que tampoco lo era políticamente, es decir, tampoco era preciso abstenerse para demostrar la buena disposición del Partido Socialista, explicitada así por Espadas: “Vinimos a poner el punto de cordura: decirle a los agricultores y a los alcaldes, que el PSOE de Andalucía y yo personalmente vamos a estar en la solución del problema, que no le damos la espalda la territorio. Diálogo sí, no locuras ni temeridades como la que ha hecho Moreno".
Cuesta entender que el Partido Socialista se abstuviera en vez de votar en contra de lo que su propio líder califica de “locura y temeridad” y su diputado por Huelva Mario Jiménez de “engaño a los agricultores”. En su defensa de la controvertida abstención, Espadas no ha llegado a decir que le parece bien seguir sobreexplotando el acuífero de Doñana legalizando 1.460 hectáreas, pero lo que ha dicho se le parece bastante: “Había dos opciones: dar la espalda a los agricultores o intentar el diálogo. Hay que hacer llegar recursos a la zona para la viabilidad de los cultivos”.

Camina el noble comandante Espadas por el filo de una navaja, como desconociendo que mesura, sobriedad y templanza tienen también sus propios límites. La mesura hay que administrarla mesuradamente, la templanza templadamente y la prudencia prudentemente, pues de no hacerlo así se incurre en un extravagante extremismo inverso que desconcierta a tu estado mayor, turba a tus oficiales y desmoraliza a la tropa.
No es raro que así suceda: hombres de tanta valía como el mismísimo Jesucristo tuvieron serios problemas para hacer comprender a sus desorientados discípulos que el ojo por ojo y diente por diente debía dejar paso a poner la mejilla izquierda a quien te hiriera en la mejilla derecha; o para hacerles seguir su consigna de “al que te pida, dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mt. 5:42-45).

Siendo el Hijo de Dios puedes ponerte estupendo cuantas veces quieras, pues al fin y al cabo en eso consiste tu trabajo; siendo solo el secretario general de un partido derrotado que aspira a la victoria, tu oficio es acometer a tu enemigo, no amarlo como a ti mismo, y tu libro de cabecera El arte de la guerra de Sun Tzu, no el Evangelio de Mateo.