Salvo que las izquierdas sean capaces de levantar cabeza y hacer creer a sus seguidores que la victoria es posible aun siendo improbable, la larga campaña que se avecina hasta la celebración de las elecciones andaluzas en la última semana junio estará focalizada en la pugna a cara de perro entre las derechas.
Los sondeos dan a Moreno como claro ganador, pero no tan ganador como para prescindir de Vox como hizo su compañera Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Paradojas de la política: Ayuso habría estado encantada de tener en su gobierno a Vox pero no fue necesario, mientras que Moreno teme a los ultras más que a una vara rojigualda pero se verá obligado a meterlos en palacio si obtienen la veintena larga de escaños que les auguran varias encuestas: SocioMétrica les da 20, SocialData otros 20, el Barómetro Andaluz de Elías Bendodo 22 y Deimos Estadísticas 24. Gran cosecha la del año 22. Los bárbaros ya están en casa.
La esperanza del presidente es obtener él solo más diputados que toda la izquierda junta, de modo que su investidura no requiera el voto favorable de Vox sino únicamente su abstención. Un gran resultado del PP daría a Moreno argumentos para negar a los ultras su entrada en el Gobierno autonómico.
No es probable que el PP sume en solitario más escaños que PSOE, Unidas Podemos y Adelante juntos, pero los tiempos están tan raros y la depresión de los votantes y el desconcierto de los dirigentes de la izquierda son tales que todo es posible. Hasta ahora, ni el Partido Socialista y las formaciones de la llamada izquierda alternativa han dado señales de estar vivos y con ganas de competir.
Aun a pesar de las buenas perspectivas demoscópicas, PP y Vox se juegan mucho en unos comicios cuya fecha Juan Manuel Moreno lleva varias semanas pensándose, como si se tratase de revelar el día y la hora de la segunda venida de Cristo. No en vano el presidente aprovechó su participación en la Semana Santa malagueña llevando a hombros al Cristo de la Exaltación, unas horas de recogimiento que aprovechó para seguir meditando sobre la fecha electoral, esa que puede marcar la segunda venida de Moreno al trono autonómico.
Líderes de la oposición, dirigentes del PP, empresarios, consejeros, directores generales, delegados provinciales: todos están de los nervios mientras el presidente sigue pensándoselo. Juanma el Pensador. Hay un pensador de Rodin y un pensador de San Telmo.
Nadie, salvo quizá los más íntimos, sabe por qué diablos está el presidente mareando tanto a la pobre perdiz electoral, cuando él mismo ha reconocido explícitamente que su mandato está agotado. “Es un secreto a voces que la legislatura se acaba y que el Gobierno ha cumplido los grandes proyectos prometidos”, dijo ayer en el acto de “entrega del nuevo bloque quirúrgico del antiguo Hospital Militar de Sevilla”. Antes los políticos inauguraban hospitales o alas que de inmediato empezaban a atender pacientes; ahora lo que se inaugura es la “entrega” de bloques, que no es exactamente lo mismo que inaugurar unos quirófanos ya dotados de personal sanitario para empezar a operar.
Más allá, sin embargo, del ratoneo propio de las fechas preelectorales en que estamos, el Gobierno autonómico acertó al situar el antiguo Hospital Militar de Sevilla en la rampa de salida de sus prioridades estratégicas. La asistencia sanitaria sigue estando a años luz de sus mejores años, los transcurridos desde la creación del Servicio Andaluz de Salud hasta la segunda década de 2000 con el estallido de la crisis financiera, pero el Ejecutivo conservador no ha echado en olvido que la desatención de la sanidad le pasó una abultadísima factura electoral a Susana Díaz. El pacto alcanzado esta semana con todos los sindicatos para mejorar las condiciones económicas y laborales del personal sanitario así lo certifica.
Puede que uno de los motivos por los que el presidente está tardando tanto en revelar la fecha sea para mantener intacto el margen para seguir inaugurando entregas de bloques quirúrgicos y así. De haberse sabido ya la fecha exacta de las elecciones, seguramente la oposición le habría afeado que siguiera inaugurando cosas como si tal cosa.
En todo caso, al airear últimamente el Gobierno andaluz sus diferencias internas sobre cuál es la mejor fecha para adelantar las elecciones, el presidente Moreno se hace doblemente responsable. Si los resultados electorales del PP son mediocres la culpa será suya por partida doble: por ser cabeza del Gobierno como tal y a quien por tanto le corresponde la decisión, pero también por haber impuesto su criterio a quienes apostaba por la fecha alternativa y en teoría mejor que la elegida por el presidente.
Con tanto remoloneo en torno a la fecha electoral, Moreno está dilapidando puerilmente el importante capitalito que supone tener la última palabra en una cuestión tan trascendental. Presumir de que sigue pensándose una decisión que debería tener pensada desde hace semanas no le beneficia: tanta pachorra no es signo de prudencia sino de ligereza.
Antonio Avendaño
Régimen AbiertoEl pensador de San Telmo
Moreno despista a sus consejeros, desconcierta al PP, irrita a la oposición y confunde al empresariado tras varias semanas pensándose la fecha electoral