Lo decía en privado un votante de izquierdas a punto de sucumbir a la depresión pero todavía con algunos restos de lucidez: “Como las izquierdas no espabilen y sus opciones de ganar sean nulas cuando llegue el 19 de junio, tendremos que hacer como en Francia: darle el voto al PP para que no gobierne Vox”.
Ante las elecciones andaluzas del verano todos los partidos menos Vox tienen miedo. Unos temen al adversario, otros al aliado, otros a sí mismos y todos ellos a Vox, que a su vez no teme a nadie porque él es el dueño indiscutible del miedo. Don Winslow y el poder del perro. Santiago Abascal y el poder del miedo.
El PP teme mucho a Vox y un solo poco al PSOE. Los ultras parecen estar en la retaguardia del PP pero en realidad son su vanguardia. Si las derechas fueran el ejército romano, Vox sería la guardia pretoriana del emperador: el último y decisivo eslabón del cual pende su poder. Castilla y León es el ejemplo: Alfonso Fernández Mañueco cree ser el emperador, pero es solo un muñeco de paja en manos de los pretorianos.
El PSOE teme mucho al PP, muchísimo a Vox y una barbaridad a sí mismo: su gran pregunta electoral no es si frenará el empuje de las derechas sino si sacará del letargo a los 400.000 de marras que en diciembre de 2018 dejaron de votar socialista, aquejados de un súbito abstencionismo cuya etiología nunca ha quedado claramente determinada. Saber las causas exactas de por qué no votaron entonces ayudaría a sacarlos de casa ahora.
En las otras izquierdas todos se temen a todos. Izquierda Unida teme ser fagocitada por Podemos y Podemos teme ser lastrado por Izquierda Unida. Son un matrimonio de conveniencia en cuyos cónyuges el roce acaba convirtiéndose en cariño… siempre que nadie engañe a nadie. Mientras, Más País se unirá a ellos no por amor sino por temor, como aquellas heroínas de Jean Austen que preferían la libertad de la soltería pero finalmente se casaban con un hombre al que no amaban porque era la única manera de esquivar la indigencia.
Cs es el partido que acude más libremente a estas elecciones. Lo hace con la libertad del condenado que, con esposas en las manos y cadenas en los pies, camina torpemente por el corredor de la muerte hacia su destino fatal. Todavía se advierte, no obstante, un brillo remoto de esperanza en su mirada. Quién sabe, quizá en el último minuto el alcaide reciba la llamada del gobernador ordenando detener la ejecución ya inminente. El escaño solitario por el que peleará el preso Juan Marín es esa llamada del gobernador.
Frente a todos ellos, Vox es el único partido que no tiene miedo. Vox juega con la ventaja de no temer a nada porque es un partido temerario: la temeridad, la osadía, la audacia es su arma electoral más efectiva. También la mentira. Sus dirigentes son los únicos del espectro político que dicen lo que les sale del alma. Mas mucho cuidado con tanta franqueza sin paños calientes: las más de las veces, el lugar de residencia del alma es el infierno.
Antonio Avendaño
Régimen AbiertoTodos tienen miedo menos VOX
Lo decía en privado un votante de izquierdas a punto de sucumbir a la depresión pero todavía con algunos restos de lucidez: “Como las izquierdas no espabilen...
Foto: EXTRA JAÉN
Santiago Abascal.