Régimen Abierto

Antonio Avendaño

Los tres empleos de Elías Bendodo

El cumplimiento estricto de la ecuación ‘un hombre, un cargo’ sería altamente saludable para el sistema y un gesto que agradecerían los votantes

 Los tres empleos de Elías Bendodo

Foto: EXTRA JAÉN

Elías Bendodo.

Jornada eufórica la de ayer para los populares andaluces, que estrenaban mayoría absoluta en un Parlamento que ha estado dominado por la izquierda durante casi cuatro décadas. La nueva Cámara se constituyó este 14 de julio sin sorpresas pero, sobre todo, con el alivio de todos los grupos menos uno de inaugurar una legislatura en la que, al contrario que en Castilla y León, Vox no será determinante. Las montaraces extravagancias del desocupado vicepresidente castellanoleonés Juan García Gallardo debieron espantar a no pocos votantes conservadores andaluces, que finalmente optaron por dejar a Macarena Olona compuesta y sin cargo de vicepresidenta.

Para el presidente Juan Manuel Moreno empieza una nueva etapa marcada no solo por el hecho de tener una mayoría absoluta que le deja las manos libres para gobernar, sino también porque pierde a uno de los hombres clave de su primer mandato: el malagueño Elías Bendodo. En ciertos cenáculos de la política andaluza residenciados en Sevilla, los parroquianos más maliciosos gustaban de decir que Bendodo y Moreno se habían repartido equitativamente los papeles en la Junta de Andalucía: “Juanma reina y Elías gobierna”.
Pues bien, Elías se marcha a Madrid a gobernar y Juanma tendrá que buscarse un nuevo Elías. No le será fácil porque no hay demasiados y los que hay deben andar ya casi todos ellos contratados en Madrid.

Bendodo va a reunir en su persona los cargos de parlamentario autonómico, senador por la Comunidad y coordinador general del PP nacional. Esa triple responsabilidad no es nueva en política; he hecho, es más bien una tradición. El socialista Juan Espadas, secretario general de su partido, también es senador y parlamentario y antes que él lo fueron otros políticos del PSOE y de otros partidos. Ser parlamentario autonómico no es incompatible con ser senador por la Comunidad, pero sí lo es con ser alcalde desde que a algún cráneo privilegiado del socialismo andaluz se le ocurrió instaurar dicha incompatibilidad con el artero propósito de impedir que el tirón electoral de los ediles populares de las grandes ciudades pusiera en peligro la hegemonía socialista en la Cámara.



La gente en general, los votantes de todos los partidos agradecerían mucho una reforma que hiciera incompatibles los empeños de senador y de parlamentario. Se trata en ambos casos de empleos bien pagados y, aunque solo puede cobrarse uno de los sueldos, el mensaje implícito es que los dos destinos son lo bastante relajados como para no requerir una jornada laboral de 40 horas semanales, pues en tal caso quienes los ostentan trabajarían un mínimo de 80 horas. Tal estado de cosas –cuya justificación teórica es la filfa de que el palacio de la Plaza de la Marina es una Cámara de representación territorial– devalúa al ya muy devaluado Senado y amenaza con hacer lo mismo con el Parlamento autonómico.

En sus buenos tiempos, el Partido Popular no tenía problema con la incompatibilidad de sueldos. Los mejor situados de sus dirigentes, entre ellos el hoy presidente andaluz, cobraban dos salarios y tan ricamente: el de senador o diputado del Congreso y el correspondiente al cargo orgánico ocupado en el partido. Esa circunstancia, desconocida por los pardillos dirigentes del PP que no tenían doble nómina, llegó a convertir a Javier Arenas en el año 2010 en el político mejor pagado de Andalucía, con unos ingresos totales que rozaban los 180.000 euros.

Los ciudadanos están deseosos de ver en la clase política gestos que, aunque la perjudiquen a ella, sean saludables para el sistema, amenazado por populismos de diversa índole, a veces por motivos en apariencia tan nimios como este. El cumplimiento estricto de la ecuación ‘un hombre, un cargo’ sería altamente higiénico.