En nuestra actualidad a base de polémicas y escándalos, los temas relevantes, los que nos afectan a diario a ti y a mí, quedan sepultados. Nos entretienen y nos crispan sin sentido, hablándole sólo a una minoría que se siente politizada pero que se limita a contemplar un show estéril. De ahí las sorpresas de nuestro sistema político-mediático cuando se consulta a la población. Los resultados rara vez concuerdan con sus expectativas porque han dejado de conocer el país en el que viven.
Pensaba en esto cuando hace unos días leía los últimos, y dramáticos, como por desgracia son habituales, datos demográficos provinciales del Instituto Nacional de Estadística. Venían a confirmar la continua tendencia a la baja de la natalidad jiennense, ya que en el primer trimestre de 2024 el número de nacimientos, sólo 967 (un 5% menos que en 2023), fue el más bajo de la última década. Junto a este desolador escenario nos encontramos otro dato con una enorme trascendencia social, laboral y de salud como es que la edad de las madres es cada vez mayor, ya que el 60% de las mujeres que dieron a luz tenía entre 30 y 39 años.
Estos datos preocupantes, y que se suman al acelerado envejecimiento de nuestra población, empeoran si tenemos en cuenta otros informes que nos hablan de que nuestros jóvenes tienen cada vez más probabilidades de no tener descendencia, especialmente en los países de sur de Europa. Todo un problema social y económico que nos enfrenta a un futuro insostenible. Aunque en un primer momento a todos se nos viene a la cabeza, como principal consecuencia de este asunto, la tan cacareada "insostenibilidad" de las pensiones, lo que de verdad se puede hacer es insostenible es el problema productivo y el del mantenimiento de unas condiciones laborales dignas. Además, contemplado el asunto desde una provincia como la nuestra, condenada por el exilio de los jóvenes para buscarse la vida, estamos tardando en afrontar este drama y poner remedio a las causas.
Y quizás sea aquí donde haya que detenerse. Porque tras leer la noticia, me encontré con diferentes análisis de supuestos expertos que explicaban la disminución de la natalidad en España en base a teorías psicológicas y sociológicas tales como el rechazo a la maternidad o maternofobia, el síndrome de Peter Pan o jóvenes que no quieren crecer y afrontar las responsabilidades del adulto, el miedo a sufrir una carrera truncada, la nueva mística de la maternidad, etc. Se establecía así que socialmente se está desarrollando entre nuestros jóvenes una aversión e incluso fobia a la posibilidad de ser padre, a la responsabilidad y a la renuncia que supone.
La verdad es que, sin ser experto pero quizás sí por haberlo experimentado, se me ocurren explicaciones más simples para este problema. ¿No será, por resumirlo de algún modo, que nuestra sociedad está empujando a generaciones enteras a tener que elegir entre tener un trabajo o tener un hijo? Porque lo que no se puede negar es que la tendencia a no tener hijos en España depende de la economía y del mercado de trabajo que soportan los jóvenes. Si la dificultad, o casi imposibilidad, de encontrar un trabajo estable y un salario suficiente impide que miles de jóvenes puedan independizarse de sus padres, acceder a bienes como una vivienda y un vehículo y tener un proyecto vital propio, ¿cómo vamos a pretender que encima tengan hijos? Si la edad a la que se puede lograr una vida independiente, aunque precaria, está más próxima a los 40 que a los 20, como hace 20 años, ¿es viable tener varios hijos a esa edad? ¿No es el llamado Síndrome de Peter Pan otra consecuencia de esta situación económica y laboral?
Y si se consigue acceder a un puesto de trabajo, ¿la temporalidad y la precariedad permiten tener recursos para afrontar la crianza de los hijos? Si a las jornadas laborales extensas y exigentes, necesarias para un sueldo normal, se le suma el cuidado de los hijos o de los mayores, no queda tiempo para nada. Por eso, hoy en día nuestra posición social se puede medir según el tiempo disponible: ir al gimnasio, ver series, etc. sólo está al alcance de algunos.
Sin embargo, no encontramos responsables públicos que ofrezcan soluciones o que, al menos, nos digan claramente que si en la próxima década y la siguiente se prolonga el desempleo y se siguen deteriorando los puestos de trabajo, lo más probable es que siga descendiendo la natalidad. Y en Jaén, la emigración de nuestros jóvenes puede suponer la puntilla. Vivimos en una provincia en la que se crea poco o ningún empleo, abandonada a su suerte y fuera de los proyectos de recuperación económica. Es decir, por mucho que hablen y prometan, ningún partido nos representa en esto, como en otras tantas cosas. Ya sabemos que los mayoritarios, responsables de muchos de estos problemas, no van a ofrecer soluciones (más allá de la desvergüenza de los bonos culturales) pero ¿y aquellos que han hecho de la despoblación un "leitmotiv"? ¿Hablan los partidos de la España Vaciada de sueldos y condiciones laborales? ¿No deberían de ser sus representantes, empresarios y emprendedores muchos de ellos, quienes pusieran sobre la mesa la situación laboral y social de la provincia? Porque quedarnos en autovías y AVEs no nos va a sacar de esto, a no ser que el objetivo sea que más jóvenes se puedan ir más rápido de Jaén.
Inestabilidad laboral, salarios precarios y escasez de servicios y ayudas a la crianza tienen como consecuencia una natalidad cada vez más baja. En resumen, existe el riesgo de convertir la maternidad en un producto de lujo para quien se lo pueda permitir, por lo que en lugar de hablar de maternofobia o baja natalidad, deberíamos hacerlo de explotación, de una generación con contratos en prácticas más allá de los 30 y de las dificultades existentes para empezar los proyectos vitales. Vamos a empezar a llamar a las cosas por su nombre, a ver si entre todos nos podemos dar, y darles a nuestros hijos, un futuro digno de tal nombre.