Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Trabajar o aparentar

Al final tienen que ser los profesionales, los colectivos culturales, los que den un paso al frente y decidan dónde y cómo debe revitalizarse la cultura

Hace unos días la prensa local nos alegró con una excelente noticia, como es la reapertura del añorado Cine Alkázar de manos de una productora de nuestra ciudad. Este valiente y preclaro grupo, liderado por Carlos Aceituno y Cristina Mediero, ha decidido recuperar un icono cultural de Jaén para convertirlo en algo más de lo llegó a ser: un espacio cultural polivalente y un enclave de referencia para el Conjunto Histórico. Así que lo primero y más importante es darles la enhorabuena, no sólo por tener la idea sino por el atrevimiento de llevar a cabo un proyecto tan necesario como inspirador.

Este maravilloso ejemplo no es único en nuestra ciudad y, a pesar de que no siempre reciben el reconocimiento que se merecen, existen numerosos casos de jaeneros que, individual o colectivamente y en sus respectivas parcelas, mejoran y hacen crecer Jaén, con su trabajo, su creatividad y jugándose lo que tienen. Pensemos en gentes del teatro, el cine, la música, el deporte, el periodismo, la gastronomía o cualquier otro tipo de negocio. Inversiones y negocios privados que intentan dotar a nuestra ciudad de elementos indispensables para nuestro crecimiento colectivo aunque no siempre consiguen, no ya el éxito o el agradecimiento social, sino simplemente hacer viable el propio negocio, conseguir que llegue a ser su modo de vida.



Muchos han tenido que cerrar ante la falta de apoyo y de respaldo, admitámoslo, de todos nosotros que, poco después, nos lamentamos de la desaparición de puntos neurálgicos de nuestra memoria. Es justo que cada uno asuma su cuota de responsabilidad, por pequeña que sea, en el cierre de la tienda, el bar, la sala, la librería o el cine de sus recuerdos. Pero, por encima de todo, queda clara la ausencia de una auténtica política institucional de desarrollo de Jaén y los jiennenses. Ni la ha habido ni se le espera, en una ciudad donde los que nos gobiernan, en cada una de las Administraciones públicas, se caracterizan por hacer poco y sólo siguiendo intereses especulativos y habitualmente de fuera de Jaén, empezando por un Ayuntamiento cuya principal competencia y responsabilidad es atender las necesidades de los jiennenses.

Se ha convertido en costumbre que mientras unos trabajan, crean e incluso toman decisiones que están fuera de su responsabilidad, otros, nuestros gobernantes, viven de la imagen y del "postureo", poniendo excusas o haciendo vanas promesas, mientras el tiempo pasa y los problemas de Jaén se agudizan. Hasta el punto de que en muchas ocasiones lo único que se demanda de ellos no es una ayuda sino simplemente "que no molesten", aunque ya se sabe que aparecerán a la hora de la foto, cuando haya que aparentar que se ha hecho algo.

Hablemos, ya que estamos, de la cultura y la producción artística en Jaén. ¡Cuántas decisiones son necesarias por parte del Ayuntamiento! Desde la más simple, como sería una acción de fomento y promoción cultural mediante la apertura de locales y equipamientos municipales como espacios donde el tejido cultural de Jaén pueda desarrollar sus actividades, de forma que dichos espacios supongan un punto de encuentro entre sus artistas y de referencia para la ciudadanía. Qué poco costaría nutrir de espacios válidos para las creaciones culturales pequeñas de la ciudad, hacer sentir que los directores, músicos, artistas y creadores locales tienen más presencia y apoyo por parte de su Ayuntamiento.

Nos conformamos con poco. Por un lado, sabemos de la necesidad de aumentar el número de espacios culturales para permitir que colectivos y profesionales de la cultura puedan cubrir, con sus iniciativas, la demanda de actividades existente y ampliarla para el crecimiento de la cultura en Jaén. Por tanto, no sería descabellado exigir al Ayuntamiento la construcción de nuevos espacios culturales, que además supusieran la puesta en marcha de una política de resurgimiento cultural amplio, que tomara en cuenta las necesidades urbanísticas y socioeconómicas de distintas partes de la ciudad. Pero esto es pedirle “peras al olmo”, ya que la excusa de la deuda y la mala situación financiera es suficiente para no hacer nada, ni siquiera una gestión y explotación pública adecuada y transparente de los pocos espacios que tenemos.

Resulta llamativo que todos nos lamentemos de cómo los intereses económicos, escondidos bajo el halo de la modernidad, fueron cerrando teatros y cines, desde el más señero, como era el Cervantes, hasta el Asuán o el Avenida, siempre bajo el ataque de la brutal acción especulativa urbanística y con la connivencia de los diferentes equipos de gobierno municipal. Pero, al mismo tiempo, no se espere del responsable, el Ayuntamiento, que articule los medios para mejorar los recursos de los que dispone la ciudad. Y así, por dejación municipal, al final tienen que ser los profesionales, los colectivos culturales, los que den un paso al frente y decidan dónde y cómo debe revitalizarse la cultura; cuál es la programación cultural de la ciudad, integrando tanto sus propias creaciones como las de fuera; cómo se configura la oferta musical de la ciudad, en los pocos locales disponibles, sosteniendo socioeconómicamente, y a duras penas, a todo el sector musical local; etc.

Siendo imprescindible la iniciativa privada, como en cualquier otro sector productivo, no debería permitirse que ella cargara con todo el trabajo, dirigiendo y haciendo el trabajo de los que sólo se dedican a aparentar, a salir en las fotos. Desde el Ayuntamiento se deberían, y se podrían, tomar muchas decisiones y emprender acciones, independientemente de la situación económica, posibilitando y liderando las iniciativas culturales, al igual que de otro tipo. Pero el desempeño del día a día de la institución se ha convertido en una especie de suerte de cómo no hacer nada, aparentando que se hace otra cosa, llegando a ser un empleo inútil, que si no existiese no cambiaría nada o, incluso peor, convertiría Jaén en un lugar mejor: "Ya que no hacen su trabajo, al menos que no molesten".

Mientras esto no cambie, tendremos que animar y confiar en que sean nuestros profesionales, nuestros artistas, quienes hacen y mejoran Jaén; quienes deciden que el centro se puede revitalizar con actividades y vida, y no sólo con terrazas; quienes nos convierten en una ciudad más feliz, con música; quienes llenan nuestra memoria sentimental con una obra que no es la de las grandes salas de centro comercial; etc. Y tenemos la obligación de devolvérselo, apoyando y asistiendo. Ellos trabajan para ganarse la vida y, también, para y por Jaén.