Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Un vecino honesto de Jaén

Hace cuatro días del fallecimiento de Antonio Lozano, referente del movimiento vecinal de nuestra ciudad. Cuatro días en los que, el pesar y los recuerdos...

 Un vecino honesto de Jaén

Foto: EXTRA JAÉN

Antonio Lozano.

Hace cuatro días del fallecimiento de Antonio Lozano, referente del movimiento vecinal de nuestra ciudad. Cuatro días en los que, el pesar y los recuerdos de aquellos que le conocieron bien, y de los que no tanto, han hecho presente la memoria de su persona.
Antonio reunía unas cualidades que le convertían en una gran persona y en un indiscutible líder y representante de "su Casco Antiguo". Desde la Asociación Arco del Consuelo o desde la Federación Más Voluntades, su educación, tranquilidad, perseverancia y sabiduría inundaban cualquier reunión, reivindicación o acto en el que estuviera presente. Su elegante forma de ser y estar no estaba reñida con la firmeza en la defensa de las necesidades de su barrio y su ciudad, de las que tenía un conocimiento exhaustivo. Su pausado entusiasmo por las actividades que emprendía no era óbice para que escuchara cualquier sugerencia u opinión que se le diera.
En el pequeño y no siempre agradable mundo de la política municipal, que le decepcionaba habitualmente, Antonio Lozano demostró cómo y dónde hay que defender a sus vecinos y a su barrio. Y más aún cuando vio como los intereses particulares de partidos, gobernantes y personajes varios se apropiaron de las asociaciones buscando el beneficio de unos cuantos. Él siempre tuvo claro que de aquellos polvos, estos lodos.
Como a otros que se fueron antes, y también artífices de los logros del movimiento vecinal, hemos de agradecerles que nuestra ciudad mantenga el hilo con el pasado y de que su futuro sea menos negro de lo que lo hubiera sido sin ellos. Y, a pesar de todo esto, cuando el tejido asociativo jiennense está tocado de muerte, por la acción de unos y la inacción de otros, el mayor legado de Antonio sea quizás su manera de luchar por Jaén. Desde la generosidad y la humildad se convirtió en algo más importante que todo lo que podamos decir de él: en un vecino honesto del Casco Antiguo de Jaén. Sus vecinos así se lo reconocían, siendo frecuente que se disculpara por "entretenerse" en la calle mientras departía con unos y otros, siempre escuchando y opinando sobre los problemas más habituales.
Esta ciudad suma otro vecino con el que tiene una enorme deuda. Posiblemente el mayor homenaje que pueda hacérsele sea aprender de él y poner en práctica su pasión, honestidad y lucha constante por el bien común. Difícilmente podamos cambiar el rumbo de Jaén sin estas actitudes, en cada uno de nosotros y en cada responsabilidad pública. No lo olvidemos; no olvidemos a Antonio.