
Un vecino honesto de Jaén
Hace cuatro días del fallecimiento de Antonio Lozano, referente del movimiento vecinal de nuestra ciudad. Cuatro días en los que, el pesar y los recuerdos...

Foto: EXTRA JAÉN
Antonio Lozano.
Hace cuatro días del fallecimiento de Antonio Lozano, referente del movimiento vecinal de nuestra ciudad. Cuatro días en los que, el pesar y los recuerdos de aquellos que le conocieron bien, y de los que no tanto, han hecho presente la memoria de su persona.
Antonio reunía unas cualidades que le convertían en una gran persona y en un indiscutible líder y representante de "su Casco Antiguo". Desde la Asociación Arco del Consuelo o desde la Federación Más Voluntades, su educación, tranquilidad, perseverancia y sabiduría inundaban cualquier reunión, reivindicación o acto en el que estuviera presente. Su elegante forma de ser y estar no estaba reñida con la firmeza en la defensa de las necesidades de su barrio y su ciudad, de las que tenía un conocimiento exhaustivo. Su pausado entusiasmo por las actividades que emprendía no era óbice para que escuchara cualquier sugerencia u opinión que se le diera.
En el pequeño y no siempre agradable mundo de la política municipal, que le decepcionaba habitualmente, Antonio Lozano demostró cómo y dónde hay que defender a sus vecinos y a su barrio. Y más aún cuando vio como los intereses particulares de partidos, gobernantes y personajes varios se apropiaron de las asociaciones buscando el beneficio de unos cuantos. Él siempre tuvo claro que de aquellos polvos, estos lodos.
Como a otros que se fueron antes, y también artífices de los logros del movimiento vecinal, hemos de agradecerles que nuestra ciudad mantenga el hilo con el pasado y de que su futuro sea menos negro de lo que lo hubiera sido sin ellos. Y, a pesar de todo esto, cuando el tejido asociativo jiennense está tocado de muerte, por la acción de unos y la inacción de otros, el mayor legado de Antonio sea quizás su manera de luchar por Jaén. Desde la generosidad y la humildad se convirtió en algo más importante que todo lo que podamos decir de él: en un vecino honesto del Casco Antiguo de Jaén. Sus vecinos así se lo reconocían, siendo frecuente que se disculpara por "entretenerse" en la calle mientras departía con unos y otros, siempre escuchando y opinando sobre los problemas más habituales.
Esta ciudad suma otro vecino con el que tiene una enorme deuda. Posiblemente el mayor homenaje que pueda hacérsele sea aprender de él y poner en práctica su pasión, honestidad y lucha constante por el bien común. Difícilmente podamos cambiar el rumbo de Jaén sin estas actitudes, en cada uno de nosotros y en cada responsabilidad pública. No lo olvidemos; no olvidemos a Antonio.