Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Víctimas

Hace unos días, cuando aún no sonaban las andanadas bélicas, sufríamos un nuevo episodio de la "espectacularización" política española. Tras dejar de ser ...

Hace unos días, cuando aún no sonaban las andanadas bélicas, sufríamos un nuevo episodio de la "espectacularización" política española. Tras dejar de ser secretario general del PP, Teodoro García Egea, campeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna, compareció en televisión para dar detalles sobre la "renovación" de la cúpula del PP y lo hizo adoptando el rasgo que mejor define a nuestros actuales políticos: el victimismo.
En una época en la que no se asumen responsabilidades ni se aceptan las consecuencias de sus actos, los líderes políticos van un paso más allá y participan de una competición en la que gana quien más sufre los envites de los rivales y el entorno. Ninguno de ellos reconoce culpas o errores sino que se presentan ante nuestros ojos como pobres sufridores de los comportamientos ajenos.
En su entrevista televisiva, Teodoro intentó lavar su imagen hasta convertirse en un "luchador" contra la corrupción. Un héroe que se sacrificó por su jefe cuando sus enemigos corruptos reclamaron su cabeza y cuyo único pecado había sido "preguntar" ante algunas cuestiones oscuras. El Teo víctima del ayusismo pedía ser recordado como un mártir al que no dejaron completar su loable misión pero este ejercicio de funambulismo era difícil al enfrentarse a la reina del victimismo: Isabel Díaz Ayuso.
La presidenta madrileña, personaje propio de culebrón venezolano, ha elevado a categoría artística su forma de hacer política cual María Magdalena. Más allá de sus poses teatrales, el valor de Isabel Díaz Ayuso es dirigir Madrid contra viento y marea, enfrentándose a los elementos, en forma de Sánchez, Iglesias o Casado (el próximo quizás sea Feijóo), empeñados en hacerla caer. No se le conoce acción política de mérito que no sea enfrentarse a todos. O quizás sí: convertirse en perseguida por un inexistente pago a su hermano, que después fue de sólo 55 mil euros y finalmente de 283 mil... Ella no miente; le mienten.
Este victimismo no es exclusivo del PP. Podríamos repasar las desventuras del presidente del Gobierno, cuyo mayor mérito es ver cómo sus rivales, externos e internos (desde Susana Díaz hasta Casado), se "suicidan" políticamente antes sus ojos mientras el sufre intentando salvar a España. O las de esos independentistas que tras no terminar su aventura de una República Catalana fueron encarcelaron solo por “querer votar”, hasta que los indultaron.
Todos son víctimas, sin responsabilidad ni culpa. Y seguramente sea cierto porque los culpables somos todos nosotros.