Poco queda por decir sobre el espectáculo que protagonizan los “mandamases” del PP, a cuenta de un supuesto episodio de corrupción que podría haber cometido Díaz Ayuso. Bueno, y a cuenta de la oportunidad de ganar, por descalificación, la guerra orgánica que Casado y Ayuso lidian hace ya tiempo. Los cimientos del edificio de la calle Génova (ese que Casado decía que dejaría cuanto antes porque es un símbolo de los años de corrupción de los populares), se tambalean mientras parece que la cúpula popular se ha empeñado en derrumbarlo en lugar de traspasarlo.
El shock ha sido de tal envergadura que incluso se ha notado un cierto titubeo en los medios a la hora de embestir periodísticamente el caso. Y es cierto que en un primer momento lo más llamativo puede haber sido el que los contendientes se hayan dejado de remilgos y hayan decidido mantener el combate sin escrúpulos, a tumba abierta y televisado en directo, en una suerte de macabro suicidio político más propio de una secta maníaca que de un partido que aspira a gobernar.
Pero no, una vez levantada la polvareda lo que queda es un nuevo episodio de corrupción, que apunta a la presidenta de la Comunidad de Madrid y a su familia, y que sucede en mitad de lo más trágico de la pandemia, como sorprendentemente declaró un Casado que tiene toda la pinta de haberse guardado la información, más objeto de la Fiscalía que de filtraciones interesadas, para “cuando pudiera venir bien”.
Están todos hasta arriba de fango, pero como si tampoco les importara, tan acostumbrados cómo están a nadar en medio de la porquería. El daño a su partido está por ver. El daño a un sistema ya bastante maltratado es, sin duda, lo más preocupante, con una extrema derecha efervescente prácticamente sin hacer nada, y que, en ésta, de nuevo se sienta tranquila ante el televisor cargada de palomitas, a verlas venir.
Y mientras los mariachis cantan, y trolls de unos y otros campan a sus anchas; mientras cada contendiente llama a los suyos para asegurar un incierto resultado final; mientras las huellas de corrupción se agrandan sin que parezca que les importe a las tropas preparadas para la guerra, el Gobierno de España, semana tras semana, sigue dando pasos por la recuperación y contra la vulnerabilidad. Los amantes de la confrontación y la demagogia se toman unos días para insultarse entre ellos. Algo hemos ganado.
Ana Tudela
Con el alma en pieEl mismo PP de siempre... o peor
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