Conocimos en los últimos días del sentido del dictamen del Consejo Consultivo de Andalucía sobre varios convenios del Ayuntamiento de Jaén con la concesionaria del agua de la capital, que habrían encarecido sustancialmente el precio del servicio, y enriquecido sobremanera, pues, a la empresa gestora.
Ya mencionamos en alguna ocasión el crédito del actual concejal de Concesionarias, conocedor, como pocos, de los intríngulis de un negocio que está dejando al descubierto, precisamente con el caso de Jaén, la variopinta casuística de un servicio que la mala situación económica de los municipios, y otro tipo de intereses, hizo que pasara en un porcentaje muy alto a manos privadas.
El pleito que tenemos por delante en la capital es mucho más que un contencioso local. Y lo es porque se ponen en el foco muchas de las prácticas a que acostumbran estas empresas (dos fundamentalmente en España, figúrense su poder), aprovechando su potencia económica y de gestión, y la debilidad financiera de los municipios.
No hay más que recordar que el de finales de los 90 en Jaén fue un acuerdo prácticamente por un plato de lentejas, que además garantizaba por 30 años a la concesionaria, como suele ocurrir en la privatización del agua, ingresos adicionales por obras sin proceso de licitación pública. Un chollo.
En general, son empresas que se mueven muy fácilmente con quien tiene necesidades, pues su posición dominante en la gestión de un servicio público básico, y su potencial en recursos jurídicos y de todo tipo, acaban por agotar bien pronto la resistencia de municipios con necesidad extrema de base económica y de actuaciones inversoras.
Los últimos datos hablan de más de un 50 por cien de municipios de España con el agua privatizada. Una facturación casi inimaginable, y una capacidad financiera potentísima, por los largos periodos de concesión y la propia fuerza de las empresas.
En ese espacio, la actitud de este equipo de gobierno tiene que ser valorada en su justa medida. Y debemos estar atentos a señales de lo que, sin duda, va a ser mucho más que un caso local. Los movimientos por volver a hacer públicos los servicios municipales no ya en España, sino en toda Europa, crecen ante los abusos de las multinacionales, y el crecimiento del espíritu municipalista. La batalla que se abre en Jaén es todo un órdago ante los atropellos de los que se saben fuertes.
Ana Tudela
Con el alma en pieÓrdago al "chollo" del agua
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