¿Qué está pasando con la sanidad pública andaluza? La “joya de la corona” nunca fue más que un lema propagandístico del ejecutivo de Susana Díaz, utilizado por el PP para socavar la estabilidad del ejecutivo socialista. Fue ese deterioro paulatino de la sanidad lo que decidió, en gran parte, las elecciones de 2019 que llevaron al Partido Popular (PP) y a Ciudadanos (Cs) al gobierno. Lo que sabemos hoy, al inicio del segundo mandato de Moreno Bonilla, es que la sanidad pública no se encuentra entre sus prioridades presupuestarias. Y comenzamos a tener constancia de ello. Con pedir cita a tu médico ya percibes un empeoramiento de la situación en la atención primaria, por no hablar de la demora con el especialista, aquí la espera es cuestión de meses. Un escenario inhumano porque de una primera visita depende, por ejemplo, el diagnóstico precoz de enfermedades tan graves como el cáncer. Los distintos estudios de organizaciones profesionales y sindicales corroboran ese deterioro: retrocedemos en el gasto a la vez que hay un crecimiento notable de la privatización del sistema de salud. Según la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, Andalucía junto a Murcia son las que tienen los peores servicios sanitarios públicos, cuando en 2014 tenía el sexto mejor servicio sanitario de España. Frente a este sentir, las aseguradoras se frotan las manos. Su negocio sigue sumando clientes y acumulando ingresos. Ningún servicio público tan complejo como el nuestro puede funcionar bien y salir indemne si carece de recursos humanos y materiales suficientes. Este miércoles, pacientes de oncología daban la voz de alarma ante las bajadas de impuestos de algunas comunidades por su impacto en la financiación de la sanidad pública. “Soy partidaria de que todos colaboremos en la medida de nuestras posibilidades y que se reparta como se tiene que repartir", afirmaba Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC). El recorte presupuestario es la principal baza de las aseguradoras. Y eso es precisamente lo que ha hecho el gobierno andaluz, potenciar los modelos de colaboración público-privada alegando que así descongestiona la sanidad pública. La realidad es que una colaboración que puede producirse de forma puntual para esa finalidad se convierte en sistemática y lejos de ayudar al fortalecimiento de la sanidad pública lo que hace es contribuir a su debilitamiento. La fórmula no es nueva, ya se aplicó en la educación con el modelo de la concertada con los consabidos resultados y su repercusión negativa en el sistema público, tanto en su imagen como en la dotación de recursos. Así se socava el estado del bienestar y así se avanza en la desigualdad social.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaDesatención sanitaria
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