Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Educación frente a irresponsabilidad

1.164 es la cifra que corresponde al número de mujeres que han sido asesinadas desde el 1 de enero de 2003 hasta el 30 de septiembre de 2022. Si tomamos...

 Educación frente a irresponsabilidad

Foto: EXTRA JAÉN

Stop a la violencia machista.

1.164 es la cifra que corresponde al número de mujeres que han sido asesinadas desde el 1 de enero de 2003 hasta el 30 de septiembre de 2022. Si tomamos los datos de 2022, desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre son 37 las mujeres asesinadas, de las que 23 no habían interpuesto denuncia. El 73,53% de las víctimas mortales tenía edades comprendidas entre los 31 y los 60 años. Podíamos continuar así, con datos y más datos, pero el drama real que viven estas mujeres es mucho peor que lo que revela la frialdad de los números. Conviene recordar que no había estadísticas sobre violencia de género anteriores a 2003, no se informaba de asesinatos, más bien se hablaba de crímenes pasionales y aquí entraban en juego los celos y la pasión a modo de justificación. Hicieron falta muchas mujeres asesinadas para que se le pusiera nombre a este horror, violencia de género, y se dejara de considerar un asunto de ámbito privado y se entendiera como una cuestión que incumbe a todos. Mañana, 25 de noviembre, se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer y volvemos a comprobar cómo desde medios de comunicación, partidos políticos y colectivos sociales se trata de dar una imagen en la que parece que todos están contra esta violencia y, con ella, la percepción de que todos defienden lo mismo, pero no es así, ni todos están contra la violencia machista, ni todos la combaten de la misma manera. Es evidente que algo falla en la sociedad. A pesar del pacto de Estado, a pesar de los minutos de silencio y de cientos de campañas, no existe una clara voluntad política de erradicarla, porque ni siquiera es una prioridad en la agenda de nuestros gobernantes. Seguimos comprobando que acabar con esta lacra es una empresa harto difícil, más aún cuando existen formaciones políticas que han conseguido que su mensaje negacionista cale en algunos sectores de la sociedad y de forma preocupante, entre la juventud (según Cruz Roja, desde el año 2019, ha aumentado el porcentaje de chicos jóvenes que manifiestan que la violencia de género no existe). Hace años que se trabaja en la mejora de medidas legales y asistenciales, en la atención a las víctimas, pese a ello no se ha conseguido frenar el número de agresiones. Todo lo contrario, pese a la información de la que disponemos ahora, el número de mujeres asesinadas sigue siendo terrible. Es el fracaso de la sociedad y, en este fracaso, la educación es clave. Donde hay violencia siempre falta educación. Es vital educar a los niños y las niñas para eliminar los estereotipos de género y promover valores como el respeto y la igualdad. Habrá que repetir, una vez más, que detrás de la violencia machista está la desigualdad. También es importante concienciar a la población sobre la gravedad de este tipo de violencia, que en la mayoría de los casos queda silenciada: las propias víctimas no denuncian el maltrato por miedo y vergüenza a ser juzgadas por la sociedad. Y ahí, una vez más, la irresponsabilidad de algunos políticos y medios de comunicación es manifiesta.