Con perspectiva sureña

Antonia Merino

El espejismo de la igualdad

Vivimos en un país en el que las mujeres no lo tienen fácil. Muchas e importantes reivindicaciones feministas, plasmadas en sesudos estudios, siguen sin...

 El espejismo de la igualdad

Foto: EXTRA JAÉN

Feminismo.

Vivimos en un país en el que las mujeres no lo tienen fácil. Muchas e importantes reivindicaciones feministas, plasmadas en sesudos estudios, siguen sin materializarse, pese a los discursos institucionales que nos hacen creer que la igualdad entre hombres y mujeres es un objetivo ya conquistado. Lejos de avanzar con paso firme hacia una igualdad real, nos encontramos con un “negacionismo” que ha empezado a penetrar en determinados ámbitos de la esfera pública y, como la lluvia fina, está calando entre la población más joven, especialmente entre los adolescentes. Según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia uno de cada cuatro adolescentes entiende el feminismo como un “fenómeno que busca perjudicar a los hombres” y uno de cada cinco considera que la violencia machista es “un invento ideológico”. ¿De dónde viene ese rechazo? ¿Qué se está haciendo mal para que nuestros jóvenes varones comiencen a contestar al “feminismo”? Si sabemos que las redes sociales se han convertido en un fiel aliado del machismo más recalcitrante, llegando a decenas de miles de adolescentes. Su mensaje no es otro que el de que las mujeres han traspasado todos los límites a la hora de defender sus derechos y para ello utilizan mensajes simples, memes facilones y mentiras para hacerse con ese público joven. Por otra parte, estos datos echan por tierra los argumentos de aquellos que defienden que los avances en igualdad son más que notables y que sólo es cuestión de tiempo que ésta sea real porque, aseguran, las nuevas generaciones son feministas. Pues no, lamentablemente no es así. Ni los avances son tantos ni las nuevas generaciones defienden la igualdad de género. Especialmente, los varones, que siguen defendiendo actitudes sexistas y discriminatorias, sin saber, si quiera, que lo son. A pesar de las campañas de concienciación de las distintas administraciones y a pesar de una realidad que desmiente cuestiones tan peliagudas como la conciliación de la vida laboral y familiar. Son las mujeres quienes asumen, en su mayoría, el cuidado de los hijos y mayores. Son ellas las que piden excedencias, aceptan trabajos temporales o parciales por este motivo. Son ellas las que exigen una equiparación salarial; las que denuncian los “techo de cristal”, las que tienen que demostrar su valía... No todos los hombres son machistas, es cierto; pero sí lo es el sistema, que impide o retrasa los avances. Este retroceso frente a la igualdad no es un caso aislado en nuestra sociedad, desgraciadamente esa cerrazón e ignorancia predominan también entre los adolescentes cuando se habla de derechos sociales, de memoria histórica o del cambio climático. Nos impulsamos hacia atrás, a tiempos y argumentos que creíamos superados.