Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Es la caverna, amigo

Quién iba a pensar que el colegio mayor Elías Ahúja (Madrid) con un coste de más de mil euros al mes (a lo que habría que añadirle los gastos universitarios...

 Es la caverna, amigo

Foto: EXTRA JAÉN

Caverna.

Quién iba a pensar que el colegio mayor Elías Ahúja (Madrid) con un coste de más de mil euros al mes (a lo que habría que añadirle los gastos universitarios y la vida social de estos jóvenes) fuera la semana pasada protagonista de un vergonzoso e indigno comportamiento de sus estudiantes. Quién nos iba a decir que las familias de estos jóvenes, poseedoras de un alto nivel económico, quedasen totalmente retratadas, al igual que el centro gestionado y dirigido por los Padres Agustinos de la Provincia Matritense del Sagrado Corazón de Jesús, una institución religiosa católica perteneciente a la Orden de San Agustín. Quién iba a pensar que ellas, las chicas del colegio mayor de Santa Mónica, saldrían en su defensa tildando de “tradición” el cántico (“putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea”) lanzado por estos chavales desde los amplios ventanales de sus habitaciones. Quién nos iba a decir que el vídeo en el que jóvenes universitarios saludan brazo en alto y gritando consignas nazis también formaba parte de esa tradición. A pesar de las disculpas de unos y otros, el vídeo ha acaparado la atención de ciudadanos de aquí y fuera de aquí. Frente a la tibia respuesta de algunos políticos y medios nacionales, llama la atención la reacción de la embajadora de Alemania en España, Maria Margarete Gosse, condenando públicamente los vídeos viralizados de años anteriores donde los estudiantes atentan contra la memoria de millones de víctimas de un régimen atroz. En Alemania, a diferencia de nuestro país, se tipifica la exaltación del nazismo como una de las formas del delito de incitación al odio racial y contempla penas de hasta tres años de cárcel. El hecho es que hemos visto las imágenes y hemos escuchado nítidamente unos mensajes que desprecian la memoria y denigran a la mujer. Claro que esto no se explicaría sin ese blanqueamiento del mensaje de la ultraderecha y de sus discursos y ataques furibundos contra el feminismo. Ni el progreso, ni unas leyes, ni siquiera cuarenta años de democracia han hecho mella en ciertos sectores de la élite de este país. Sus vástagos, jueces, políticos y empresarios del mañana, son el reflejo fiel de una sociedad clasista, machista, intolerante y nostálgica del franquismo. Da miedo pensar que el futuro es el retorno al ayer y que lejos de avanzar hacia la luz, las denominadas élites se atrincheran en la caverna.