Con perspectiva sureña

Antonia Merino

“Asustaviejas”

El Senado ha sido el escenario elegido para dar el pistoletazo de salida de lo que será la pre-campaña electoral, una de las más controvertidas y acaloradas...

El Senado ha sido el escenario elegido para dar el pistoletazo de salida de lo que será la pre-campaña electoral, una de las más controvertidas y acaloradas de los últimos años. Sánchez y Feijóo escenificaron este martes en la Cámara Alta un bis a bis sin grandes sorpresas y con el consabido mantra “y tú más”. Los asuntos de Estado hace tiempo que dejaron ser eso, asuntos de Estado. El todo vale está a la orden del día, como los mensajes de odio para alcanzar objetivos políticos, muchos de ellos sujetos a intereses económicos. El objetivo es amedrentar y deslegitimar a los rivales para producir no solo la derrota de su adversario, sino su aniquilación pública. En ese todo vale se incluye el Lawfare, que se ha convertido en una de las herramientas predilecta de la extrema derecha para expulsar de las instituciones a políticos elegidos por los ciudadanos y cuyo discurso no puede rebatir. El uso político del odio o el odio como arma política no busca el debate abierto y democrático entre diferentes proyectos; sino, por el contrario, su labor es azuzar al adversario político por medio de campañas de comunicación efectistas en radio, televisión y redes sociales. El Lawfare ha cumplido parte de sus objetivos, justamente, gracias a esa confabulación entre jueces, corporaciones de la comunicación, periodistas, líderes de opinión, policías… Funcionó a la perfección contra miembros del Gobierno de coalición (una veintena de querellas e investigaciones contra Podemos han sido archivadas en seis años). Necesitamos una regeneración ética, recuperar el debate, las buenas formas y el consenso. Necesitamos también desechar comportamientos energúmenos y cavernícolas de políticos que desprecian, insultan y amenazan. Sus discursos no ofrecen duda. Da igual que se hable desde el Gobierno o la oposición. Lo más preocupante es que hemos llegado a normalizar la descalificación del rival más allá de sus propuestas y argumentos. Y si el descalificador flojea, no hay problema; ahí está un buen puñado de medios de comunicación a su servicio para expandir la descalificación y convertir en credo aquello de “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia”. Ahora nos anuncian un otoño apocalíptico, obviando que es el resultado de las políticas neoliberales impuestas en los últimos tiempos. Tiran del miedo, como los “asustaviejas”, para obtener réditos políticos y evitando arrimar el hombro para solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero el mensaje va calando.