Gobernar es dar respuesta a los problemas de la gente. Es hacerse cargo del sentir del sector de la población más vulnerable; de los que cuentan con menos recursos y que peor lo pasan. Las medidas económicas y sociales anunciadas por el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, no han gustado a las formaciones de derecha, ni a los señores de la banca y las eléctricas, tan acostumbrados ellos a someter la política a sus intereses. De momento es un anuncio, aunque algunos ya auguran meses de turbulencias y asonadas. Saben también que, aunque se aplique, hay mil maneras de sortear el pago de impuestos sin una Inspección Tributaria potente y eficaz. Si algo hemos aprendimos de la crisis del 2008 es que ellos nunca pierden. Las recetas que aplicó el entonces Gobierno de Mariano Rajoy dispararon la pobreza y la desigualdad dejando sin esperanza a cientos de familias. Nos hicieron creer que la austeridad era la única solución exigiéndonos sacrificios frente a unas élites que se blindaron para evitar el malestar social. Superaron la crisis –si es que alguna vez se vieron afectados por ella- engordando su patrimonio, mientras que el resto de ciudadanos asumimos unos recortes cuyas consecuencias aún son palpables en la actualidad. La propuesta formulada por el presidente del Gobierno para afrontar el crudo invierno que nos espera ha hecho saltar las alarmas entre el poder económico y las élites. La respuesta no ha tardado en llegar en modo de advertencia por parte del principal partido de la oposición (PP). Según Núñez Feijóo, los españoles terminarán pagando el impuesto a la banca y a las eléctricas. No va a ser fácil. Los medios de comunicación, cuya principal responsabilidad sería denunciar los desmanes del poder, se han convertido en los aduladores de las principales empresas del IBEX. Cómo no hacerlo si en sus consejos de administración se sientan representantes de los grandes bancos, algunos de los cuales fueron rescatados con dinero público. Ardua tarea le espera a este gobierno con una justicia débil con los poderosos e incapaz de frenar la especulación financiera. Y voceros, muchos voceros de hoja volandera y panfleto al servicio del pagador y con noticias falsas para contentar al amo; ¡qué sorpresa! es el banquero, el de la constructora o el de la eléctrica.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaLos amos
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