Son nuestras diferencias las que nos unen porque son ellas las que nos enriquecen y las que nos hacen aprender. Llegados a este momento en el que la tele emite imágenes bélicas más propias de la primera mitad del siglo XX, es posible que ya no valga sólo con respetar las distintas opiniones, credos o ideologías. Quizás se trata de empezar a enlazar puntos, conectar todo lo que tenemos en común que es mucho y crear, entre el mundo de los sentimientos y el de los pensamientos, una sinestesia que nos lleve a una mejor convivencia. La sinestesia, en el campo de la neurociencia, es la habilidad de percibir dos sentidos a la vez. Aproximadamente un 1% de la población mundial son personas sinestésicas que, por ejemplo, son capaces de escuchar pinturas o ver música. Kandinsky, el célebre artista ruso que fue uno de los precursores del arte abstracto, no supo que era pintor hasta los treinta años. Aficionado a tocar el piano y el violonchelo, advirtió que veía gamas de colores mientras oía una ópera romántica de Wagner. A partir de ahí, si os fijáis bien, desarrolló su arte transmitiendo sonidos en sus cuadros. Así, con la esperanza de que es posible unir mundos diferentes a través de los sentidos, de las emociones y de los sentimientos, nace un proyecto original y hermoso cuyo nombre es "Synesthesi". Tres avezados músicos y una expresiva historiadora de arte provocan una lluvia de sensaciones al mezclar, sobre todo, el arte pictórico y la música pero, también, otras disciplinas como la historia y la literatura. Un espectáculo llamado "Pinceladas sonoras" que es un recorrido por los últimos cinco siglos de nuestra existencia en el que, mientras se interpretan con talento obras clásicas de cada época con la tierna caricia de los vientos de un fagot, un clarinete y una flauta, la profesora jiennense Kina Jaraíces expone famosos cuadros coétaneos a las melodías que suenan y se crea, gracias a esa armónica confluencia, una atmósfera que te envuelve y te atrapa de tal manera que, por unos momentos, se liberan las neuronas que nos impiden ser sinestésicos y se puede sentir la música de la pintura al mismo tiempo que intuyes los colores del sonido. De esta manera, para empezar, ya han ofrecido dos actuaciones en San Lorenzo del Escorial, localidad donde residen, en las que el resultado ha sido más exitoso de lo que ellos mismos preveían. Así, durante este mes de abril, tanto en el hotel Exe Victoria Palace como en la escuela de música Maestro Alonso, María C. García-Casarrubios a la flauta, Pablo Sorozábal al clarinete y Beatriz Alonso al fagot nos deleitaron interpretando, magnífica y cronológicamente, piezas de grandes compositores del siglo XVI al XX. Sonaron, entre otros, Gabrielli, Telemann, Purcell, Mozart, Shubert, Debussy y Manuel de Falla. Sobre lienzos correspondientes a la misma época, Kina nos sumergía, con sus palabras, en lo divino y humano, en la guerra y la paz, en el sueño y la realidad o entre el miedo y el amor. Límites comunes a nuestra condición en todas las etapas de nuestra existencia. Esa unión empática de pensamientos y sentimientos de la que os hablaba. La que podría conectar millones de cerebros en un solo corazón y, tal vez, la última esperanza de vivir en un mundo mejor. Con esta esplendorosa sinestesia multidisciplinar, la profesora jiennense nos hablaba de Tiziano, del Rey Sol, de Velázquez, de Napoleón, de Lorca o de Chagall y, entre cuadros y retratos, se obró el milagro de vernos retratados a nosotros mismos pese a esa enorme distancia en el tiempo y en el espacio que nos separa. Sí, como sabéis, una vez más se demuestra que son nuestras diferencias las que nos unen porque son ellas las que nos enriquecen y las que nos hacen aprender.
Juan Manuel Vallecillo
El arpa de DoroteaSynesthesi: Pinceladas sonoras
Son nuestras diferencias las que nos unen porque son ellas las que nos enriquecen y las que nos hacen aprender. Llegados a este momento en el que la tele...
Video: Synesthesi
Vídeo promocional de la actividad.