El arpa de Dorotea

Juan Manuel Vallecillo

Salvaje Lola: Que no

Su esperado primer álbum que se lanza mañana en plataformas digitales

 Salvaje Lola: Que no

Foto: FFA producciones

Salvaje Lola.


Para mantener nuestra salud mental, todos, de vez en cuando, debemos olvidar las obligaciones del día a día y desconectar. Sí, es conveniente ponerse una venda en los ojos y hacer esa fiesta atrasada o realizar ese viaje soñado para, luego, decir aquello de "que nos quiten lo bailao". Una expresión que, aunque aparece escrita ya a finales del XIX, era el nombre de una copla argentina compuesta por Miguel Bucino en 1942 que terminó de popularizarse hasta quedarse como refrán gracias a que la interpretó y la grabó "El Varón del Tango" en 1962. Este célebre tanguero uruguayo, llamado Julio Sosa, se trasladó a Buenos Aires muy joven y sin un centavo para triunfar en el mundo de la música. Ese día, cogió un taxi que debía dejarlo en una humilde pensión pero el taxista, al escuchar su historia, decidió hacerle un recorrido por los lugares más emblemáticos de la ciudad. Tras enseñarle la casa donde vivía Gardel y los locales de música en vivo más importantes, terminaron de juerga por otros garitos antes de que ese chófer lo devolviera borracho al hostal. Esa fiesta ayudó mucho a que Sosa se diera a conocer y pronto consiguió sus primeros contratos. Después, siempre que podía, dedicaba mucho tiempo a buscar al taxista e, incluso, siendo ya famoso, hizo un llamamiento por televisión con la esperanza de que alguien lo conociera. Al nunca volver a verlo, se refería a él como si fuera un fantasma benefactor y lo llamaba "el duende de la ciudad". Así, cuando en 1964, con tan sólo 38 años, se estrelló mortalmente en su coche contra un semáforo de Buenos Aires, hay quien dijo que estaba persiguiendo a un taxista. Por eso, en lugar de obsesionarse con el pasado, es mejor dejarlo atrás con un simple "que nos quiten lo bailao". Que a las personas que cumplen con esta filosofía y se tatúan esta expresión, siempre les queda mucho por bailar.
"Queda mucho por bailar" es la perfecta canción que despide el esperado primer LP de los gaditanos "Salvaje Lola". Un álbum festivo, fresco y bailable de auténtico rock que huele a "que nos quiten lo bailao" y que saldrá en plataformas digitales mañana viernes día 1 de abril con el nombre de "Que no".
"Que no" es un trabajo que se disfruta de principio a fin porque, a la primera escucha, sientes que los músicos también lo han disfrutado haciéndolo. Se compone de diez temas genuinos, atractivos y canallas con base en el rock and roll que comienza, eléctrico y dinámico, haciendo una crítica social a Madrid y sus circunstancias cuyo nombre es "Esta ciudad". No obstante, este disco, en mi opinión, tiene tres hits claros: uno pegadizo e idóneo para gritarlo bajo la ducha y en sus conciertos que se titula "Ardiendo", otro con mucho flow que se transmite y se personaliza al instante en la canción "Si no existieras" y una rotunda declaración de intenciones que se llama "Ascenderemos". Además, se completa con la más popera "Amor en crudo", la clásica pero contundente "Pareja de baile", la lenta y progresiva "Premonición", la enérgica y homónima a este álbum, la cañera "La madrugada" y la mencionada "Queda mucho por bailar" que, como dije, es la mejor forma de concluir, a través de un medio tiempo que sube el ánimo, un discazo como este.
Salvaje Lola es un power trío muy talentoso liderado por Guillermo Alvah a la voz y a la guitarra y potenciado con la base rítmica de Fran García al bajo y un gigante como Adrián Ramírez, el baterista del gran grupo indie "Turmalina", que también se luce aquí en los tambores y los platos. Ellos, con este LP, van a conseguir ser una de las bandas de rock más prometedoras del panorama nacional. Sin duda, se trata de uno de esos discos que tendrían que recetar los médicos para que se vendiese también en las farmacias debido a que infunde energía, te hace atenuar la gravedad de los problemas, calma el estrés y porque, además, como ya sabéis, para mantener nuestra salud mental, todos, de vez en cuando, debemos olvidar las obligaciones del día a día y desconectar.