El ocaso de los perdedores

Rubén Beat

A propósito de Murakami

La libertad plena obstaculiza la legislación de los Estados, mientras que la plena obediencia fortalece el sistema legislativo

La apariencia de un mundo libre frente a la realidad del espejismo. La piedra que rompe el espejo y el reflejo se fractura dejando caer al suelo esa única imagen vendida como realidad.

La libertad plena obstaculiza la legislación de los Estados, mientras que la plena obediencia fortalece el sistema legislativo y judicial.



La libertad está sujeta a la determinación legislativa: "usted es libre sí". Este condicionante sustenta el derecho interino. Si usted no contribuye a fortalecer el Estado, usted no es libre. Tampoco usted será libre si está por debajo de la legislación, es decir, si es una carga para el Estado, usted no es libre, es un condicionante, una variante, una colateralidad no contributiva. Usted permanece por debajo del derecho, aunque, la apariencia de la libertad, refleje lo contrario.

Para acceder al Estado, hay que ser parte de la Máquina. A usted le harán creer que pertenece al Estado. Le pondrán una papeleta en la mano y le situarán frente al espejo. Aparentemente es usted, pero realmente es una pieza periférica, sustituible en cualquier momento. Usted es reemplazable como cualquier otro reflejo.

El Estado es un reino donde los plebeyos y subnormales como nosotros, contribuimos a fortalecer el privilegio de los señores del oro y el látigo. Y si no, ¿de dónde procede el derecho a mantener a toda una fortuna de parásitos de la política? Porque el Estado concede ese derecho, el derecho y la obligación de mantener viva a la clase parasitaria, a la clase política, la nueva aristocracia de la democracia, porque democracia y aristocracia, tienen el mismo sonido verbal: robar.

El Estado dice: sitúese frente al espejo y llámese a sí mismo/a idiota. Solo así podrá gozar del derecho a ser propietario de su estupidez.

Será nominado o nominada, a ciudadana/o ejemplar, si paga sus impuestos, si paga, si paga, si paga, este es el condicionante, la apariencia, la imagen. Si pagas, serás un/a idiota con derechos, si mantienes viva la llama parasitaria. Porque el Estado es un negocio en el cual, nosotros siempre pagamos. Y si te mueres en el banco de un parque, es cosa tuya. Y si el banco te echa de tu casa, es cosa tuya. Y si hay sueldos vitalicios, dietas para las dietas y miles de políticos/as que las cobran, es cosa tuya. El Estado no se preocupa por ti, pero deja a los bancos que sí lo hagan. El Estado permite a los bancos crear y mantener la legislación del robo. Este tándem de banca y Estado, está organizado de tal manera que la banca es un apéndice del Estado, y la clase política es un apéndice de la banca.